viernes, 14 de diciembre de 2007

El Jesús que secuestraron los emperadores

(Nota de la editora: A tono con las fiestas materialistas que la Cristiandad celebra para conmemorar el nacimiento de Cristo, quien, valga consignar, no nació en diciembre, sino el 21 de agosto, comparto el texto que copio abajo, publicado en ALAI, América Latina en Movimiento. En otra entrega daré información sobre el nacimiento de Cristo, aunque quienes tengan interés pueden buscar datos directamente en El Libro de Urantia. Urantia es el nombre de nuestro pequeño planeta en la organización cosmogónica que aparece en esta obra.)

Cultura,Etica,Religion

Jorge Majfud*
¿Quién me presta una escalera
para subir al madero, para quitarle
los clavos a Jesús el Nazareno?
(Antonio Machado.

Hace unos días el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se refirió a Jesús como el más grande socialista de la historia. No me interesa aquí hacer una defensa o un ataque de su persona. Sólo quisiera hacer algunas observaciones sobre una típica reacción que causaron sus palabras por diversas partes del mundo. Tal vez decir que Jesús era socialista es como decir que Tutankamón era egipcio o Séneca era español. No deja de ser una imprecisión semántica. Sin embargo, aquellos que en este tiempo se han acercado a mí con cara de espantados por las palabras del “chico malo” ¿lo hacían en función de algún razonamiento o simplemente en función de los códigos impuestos por un discurso dominante?En lo personal, siempre me ha incomodado el poder acumulado en un solo hombre. Pero si el señor Chávez es un hombre poderoso en su país, en cambio no es él el responsable del actual orden que rige en el mundo. Para unos pocos, el mejor orden posible. Para la mayoría, la fuente de la violencia física y, sobre todo, moral.Si es un escándalo imaginar a un Jesús socialista, ¿por qué no lo es, entonces, asociarlo y comprometerlo con la cultura y la ética capitalista? Si es un escándalo asociar a Jesús con el eterno rebelde, ¿por qué no lo es, en cambio, asociarlo a los intereses de los sucesivos imperios —exceptuando el más antiguo imperio romano? Aquellos que no discuten la sacralizad del capitalismo son, en gran número, fervientes seguidores de Jesús. Mejor dicho, de una imagen particular y conveniente de Jesús. En ciertos casos no sólo seguidores de su palabra, sino administradores de su mensaje.
Todos, o casi todos, estamos a favor de cierto desarrollo económico. Sin embargo, ¿por qué siempre se confunde justicia social con desarrollo económico? ¿Por qué es tan difundida aquella teología cristiana que considera el éxito económico, la riqueza, como el signo divino de haber sido elegido para entrar al Paraíso, aunque sea por el ojo de una aguja? Tienen razón los conservadores: es una simplificación reducir a Jesús a su dimensión política. Pero esta razón se convierte en manipulación cuando se niega de plano cualquier valor político en su acción, al mismo tiempo que se usa su imagen y se invocan sus valores para justificar una determinada política. Es política negar la política en cualquier iglesia. Es política presumir de neutralidad política. No es neutral un observador que presencia pasivo la tortura o la violación de otra persona. Menos neutral es aquel que ni siquiera quiere mirar y da vuelta la cabeza para rezar. Porque si el que calla otorga, el indiferente legitima.Es política la confirmación de un statu quo que beneficia a una clase social y mantiene sumergida otras. Es político el sermón que favorece el poder del hombre y mantiene bajo su voluntad y conveniencia a la mujer. Es terriblemente política la sola mención de Jesús o de Mahoma antes, durante y después de justificar una guerra, una matanza, una dictadura, el exterminio de un pueblo o de un solo individuo.
Lamentablemente, aunque la política no lo es todo, todo es política. Por lo cual, una de las políticas más hipócritas es afirmar que existe alguna acción social en este mundo que pueda ser apolítica. Podríamos atribuir a los animales esta maravillosa inocencia, si no supiésemos que aún las comunidades de monos y de otros mamíferos están regidas no sólo por un aclaro negocio de poderes sino, incluso, por una historia que establece categorías y privilegios. Lo cual debería ser suficiente para menguar en algo el orgullo de aquellos opresores que se consideran diferentes a los orangutanes por la sofisticada tecnología de su poder.Hace muchos meses escribimos sobre el factor político en la muerte de Jesús. Que su muerte estuviese contaminada de política no desmerece su valor religioso sino todo lo contrario. Si el hijo de Dios bajó al mundo imperfecto de los hombres y se sumergió en una sociedad concreta, una sociedad oprimida, adquiriendo todas las limitaciones humanas, ¿por qué habría de hacerlo ignorando uno de los factores principales de esa sociedad que era, precisamente, un factor político de resistencia? ¿Por qué Jesús nació en un hogar pobre y de escasa gravitación religiosa? ¿Por qué no nació en el hogar de un rico y culto fariseo? ¿Por qué vivió casi toda su vida en un pueblito periférico, como lo era Nazareth, y no en la capital del imperio romano o en la capital religiosa, Jerusalén? ¿Por qué fue hasta Jerusalén, centro del poder político de entonces, a molestar, a desafiar al poder en nombre de la salvación y la dignidad humana más universal? Como diría un xenófobo de hoy: si no le gustaba el orden de las cosas en el centro del mundo, no debió dirigirse allí a molestar.
Recordemos que no fueron los judíos quienes mataron a Jesús sino los romanos. Aquellos romanos que nada tienen que ver con los actuales habitantes de Italia, aparte del nombre. Alguien podría argumentar que los judíos lo condenaron por razones religiosas. No digo que las razones religiosas no existieran, sino que éstas no excluyen otras razones políticas: la clase alta judía, como casi todas las clases altas de los pueblos dominados por los imperios ajenos, se encontraba en una relación de privilegio que las conducía a una diplomacia complaciente con el imperio romano. Así también ocurrió en América, en tiempos de la conquista. Los romanos, en cambio, no tenían ninguna razón religiosa para sacarse de encima el problema de aquel rebelde de Nazareth. Sus razones eran, eminentemente, políticas: Jesús representaba una grave amenaza al pacífico orden establecido por el imperio.
Ahora, si vamos a discutir las opciones políticas de Jesús, podríamos referirnos a los textos canonizados después del concilio de Nicea, casi trescientos años después de su muerte. El resultado teológico y político de este concilio fundacional podría ser cuestionable. Es decir, si la vida de Jesús se desarrolló en el conflicto contra el poder político de su tiempo, si los escritores de los Evangelios, algo posteriores, sufrieron de persecuciones semejantes, no podemos decir lo mismo de aquellos religiosos que se reunieron en el año 325 por orden de un emperador, Constantino, que buscaba estabilizar y unificar su imperio, sin por ello dejar de lado otros recursos, como el asesinato de sus adversarios políticos.
Supongamos que todo esto no importa. Además hay puntos muy discutibles. Tomemos los hechos de los documentos religiosos que nos quedaron a partir de ese momento histórico. ¿Qué vemos allí? El hijo de Dios naciendo en un establo de animales. El hijo de Dios trabajando en la modesta carpintería de su padre. El hijo de Dios rodeado de pobres, de mujeres de mala reputación, de enfermos, de seres marginados de todo tipo. El hijo de Dios expulsando a los mercaderes del templo. El hijo de Dios afirmando que más fácil sería para un camello pasar por el ojo de una aguja que un rico subiese al reino de los cielos (probablemente la voz griega kamel no significaba camello sino una soga enorme que usaban en los puertos para amarrar barcos, pero el error en la traducción no ha alterado la idea de la metáfora). El hijo de Dios cuestionando, negando el pretendido nacionalismo de Dios. El hijo de Dios superando leyes antiguas y crueles, como la pena de muerte a pedradas de una mujer adúltera. El hijo de Dios separando los asuntos del César de los asuntos de su Padre. El hijo de Dios valorando la moneda de una viuda sobre las clásicas donaciones de ricos y famosos. El hijo de Dios condenando el orgullo religioso, la ostentación económica y moral de los hombres. El hijo de Dios entrando en Jerusalén sobre un humilde burro. El hijo de Dios enfrentándose al poder religioso y político, a los fariseos de la Ley y a los infiernos imperiales del momento. El hijo de Dios difamado y humillado, muriendo bajo tortura militar, rodeado de pocos seguidores, mujeres en su mayoría. El hijo de Dios haciendo una incuestionable opción por los pobres, por los débiles y marginados por el poder, por la universalización de la condición humana, tanto en la tierra como en el cielo.
Difícil perfil para un capitalista que dedica seis días de la semana a la acumulación de dinero y medio día a lavar su conciencia en la iglesia; que ejercita una extraña compasión (tan diferente a la solidaridad) que consiste en ayudar al mundo imponiéndole sus razones por las buenas o por las malas.
Aunque Jesús sea hoy el principal instrumento de los conservadores que se aferran al poder, todavía es difícil sostener que no fuera un revolucionario. Precisamente no murió por haber sido complaciente con el poder político de turno. El poder no mata ni tortura a sus adulones; los premia. Queda para los otros el premio mayor: la dignidad. Y creo que pocas figuras en la historia, sino ninguna otra, enseña más dignidad y compromiso con la humanidad toda que Jesús de Nazaret, a quien un día habrá que descolgar de la cruz.

*Jorge Majfud, escritor uruguayo, es profesor de Literatura Latinoamericana en The University of Georgia, Estados Unidos.

El sexo imperfecto. ¿Por qué Sor Juana no es Santa?

(Nota de la editora: Texto publicado en ALAI, América Latina en Movimiento -22-12-2006-.) Cultura, Social: Mujeres

Por Jorge Majfud*

Cada poder hegemónico en cada tiempo establece los límites de lo normal y, en consecuencia, de lo natural. Así, el poder que ordenaba la sociedad patriarcal se reservaba (se reserva) el derecho incuestionable de definir qué era un hombre y qué era una mujer. Cada vez que algún exaltado recurre al mediocre argumento de que “así han sido las cosas desde que el mundo es mundo”, sitúa el origen del mundo en un reciente período de la historia de la humanidad.
Como cualquier sistema, el patriarcado cumplió con una función organizadora. Probablemente, en algún momento, fue un orden conveniente a la mayoría de la sociedad, incluida las mujeres. No creo que la opresión surja con el patriarcado, sino cuando éste pretende perpetuarse imponiéndose a los procesos que van de la sobrevivencia a la liberación del género humano. Si el patriarcado era un sistema de valores lógico para un sistema agrícola de producción y sobrevivencia, hoy ya no significa más que una tradición opresora y, desde hace tiempo, bastante hipócrita.
En 1583, el reverenciado Fray Luis de León escribió La perfecta casada como libro de consejos útiles para el matrimonio. Allí, como en cualquier otro texto de la tradición, se entiende que una mujer excepcionalmente virtuosa es una mujer varonil. “Lo que aquí decimos mujer de valor; y pudiéramos decir mujer varonil (…) quiere decir virtud de ánimo y fortaleza de corazón, industria y riqueza y poder”. Luego: “en el hombre ser dotado de entendimiento y razón, no pone en él loa, porque tenerlo es su propia naturaleza (…) Si va a decir la verdad, ramo de deshonestidades es en la mujer casta el pensar que puede no serlo, o que en serlo hace algo que le debe ser agradecido”. Luego: “Dios, cuando quiso casar al hombre, dándole mujer, dijo: ‘Hagámosle un ayudador su semejante’ (Gén. 2); de donde se entiende que el oficio natural de la mujer y el fin para que Dios la crió, es para que fuese ayudadora del marido”. Cien años antes de que Sor Juana fuese condenada por hablar demasiado y por defender su derecho de hablar, la naturaleza de la mujer estaba bien definida: “es justo que [las mujeres] se precien de callar todas, así aquellas a quienes les conviene encubrir su poco saber, como aquellas que pueden sin vergüenza descubrir lo que saben, porque en todas es no sólo condición agradable, sino virtud debida, el silencio y el hablar poco”. Luego: “porque, así como la naturaleza, como dijimos y diremos, hizo a las mujeres para que encerradas guardasen la casa, así las obligó a que cerrasen la boca. (…) Así como la mujer buena y honesta la naturaleza no la hizo para el estudio de las ciencias ni para los negocios de dificultades, sino para un oficio simple y doméstico, así les limitó el entender, por consiguiente les tasó las palabras y las razones”. Pero el moralizador de turno no carecía de ternura: “no piensen que las crió Dios y las dio al hombre sólo para que le guarden la casa, sino para que le consuelen y alegren. Para que en ella el marido cansado y enojado halle descanso, y los hijos amor, y la familia piedad, y todos generalmente acogimiento agradable”.
Ya en el nuevo siglo, Francisco Cascales, entendía que la mujer debía luchar contra su naturaleza, que no sólo estaba determinada sino que además era mala o defectuosa: “La aguja y la rueca —escribió el militar y catedrático, en 1653— son las armas de la mujer, y tan fuertes, que armada con ellas resistirá al enemigo más orgulloso de quien fuere tentada”. Lo que equivalía a decir que la rueca era el arma de un sistema opresor.
Juan de Zabaleta, notable figura del Siglo de Oro español, sentenció en 1653 que “en la poesía no hay sustancia; en el entendimiento de una mujer tampoco”. Y luego: “la mujer naturalmente es chismosa”, la mujer poeta “añade más locura a su locura. (…) La mujer poeta es el animal más imperfecto y más aborrecible de cuantas forma la naturaleza (…) Si me fuera lícito, la quemara yo viva. Al que celebra a una mujer por poeta, Dios se la de por mujer, para que conozca lo que celebra”. En su siguiente libro, el abogado escribió: “la palabra esposa lo más que significa es comodidad, lo menos es deleite.” Sin embargo, el hombre “por adorar a una mujer le quita adoración al Criador”. Zabaleta llega a veces a crear metáforas con cierto valor estético: la mujer en la iglesia “con el abanico en la mano aviva con su aire el incendio en que se abraza”. (1654)
En 1575, el médico Juan Huarte nos decía que los testículos afirman el temperamento más que el corazón, mientras que en la mujer “el miembro que más asido está de las alteraciones del útero, dicen todos los médicos, es el cerebro, aunque no haya razón en qué fundar esta correspondencia”. Hipócrates, Galeno, Sigmund Freud y la barra brava de Boca Juniors estarían de acuerdo. El sabio e ingenioso, según el médico español, tiene un hijo contrario cuando predomina la simiente de la mujer; y de una mujer no puede salir hijo sabio. Por eso cuando el hombre predomina, siendo bruto y torpe sale hijo ingenioso.
En su libro sobre Fernando, otro célebre moralista, Baltasar Gracián, dedica unas líneas finales a la reina Isabel. “Lo que más ayudó a Fernando —escribió el jesuita— [fue] doña Isabel su católica consorte, aquella gran princesa que, siendo mujer, excedió los límites de varón”. Aunque hubo mujeres notables, “reinan comúnmente en este sexo las pasiones de tal modo, que no dejan lugar al consejo, a la espera, a la prudencia, partes esenciales del gobierno, y con la potencia se aumenta su tiranía. (…) Ordinariamente, las varoniles fueron muy prudentes”. Después: “En España han pasado siempre plaza de varones las varoniles hembras, y en la casa de Austria han sido siempre estimadas y empleadas”. (1641)
Creo que la idea de la mujer varonil como mujer virtuosa es consecuente con la tolerancia al lesbianismo del sistema de valores del patriarcado que, al mismo tiempo, condenaba la homosexualidad masculina a la hoguera, tanto en Medio Oriente, en Europa como entre los incas imperiales. Donde existía un predominio mayor del matriarcado, ni la virginidad de la mujer ni la homosexualidad de los hombres eran custodiadas con tanto fervor.
Una mujer famosa —beatificada, santificada y doctorada por la iglesia Católica— Santa Teresa, escribió en 1578: “La flaqueza es natural y es muy flaca, en especial en las mujeres”. Recomendando un extremo rigor con las súbditas, la futura santa argumentaba: “No creo que hay cosa en el mundo, que tanto dañe a un perlado, como no ser temido, y que piensen los súbditos que puedan tratar con él, como con igual, en especial para mujeres, que si una vez entiende que hay en el perlado tanta blandura… será dificultoso el gobernarlas”. Pero esta naturaleza deficiente no sólo impedía el buen orden social sino también el logro místico. Al igual que Buda, en su célebre libro Las moradas la misma santa reconocía la natural “torpeza de las mujeres” que dificultaba alcanzar el centro del misterio divino.
Es del todo comprensible que una mujer al servicio del orden patriarcal, como Santa Teresa, haya sido beatificada, mientras otra religiosa que se opuso abiertamente a esta estructura nunca haya sido reconocida como tal. Yo resumiría el lema de Santa Teresa con una sola palabra: obediencia, sobre todo obediencia social.+
Santa Teresa murió de vieja y sin los martirios propios de los santos. Sor Juana, en cambio, debió sufrir la tortura psicológica, moral y, finalmente física, hasta que murió a los cuarenta y cuatro años, sirviendo a su prójimo en la peste de 1695. Pero nada de eso importa para canonizarla santa cuando “la peor de todas” cometió el pecado de cuestionar la autoridad. ¿Por qué no proponer, entonces, Santa Juana Inés de la Cruz, santa de las mujeres oprimidas?
Quienes rechazan los méritos religiosos de Sor Juana aducen un valor político en su figura, cuando no meramente literario. En otro ensayo ya anotamos el valor político de la vida y muerte de Jesús, históricamente negado. Lo político y lo estético en Santa Teresa —la “patrona de los escritores”— llena tanto sus obras y sus pensamientos como lo religioso y lo místico. Sin embargo, una posición política hegemónica es una política invisible: es omnipresente. Sólo aquella que resiste la hegemonía, que contesta el discurso dominante se hace visible.
Cuando en una plaza le doy un beso en la boca a mi esposa, estoy ejerciendo una sexualidad hegemónica, que es la heterosexual. Si dos mujeres o dos hombres hacen lo mismo no sólo están ejerciendo su homosexualidad sino también un desafío al orden hegemónico que premia a unos y castiga a otros. Cada vez que un hombre sale a la calle vestido de mujer tradicional, inevitablemente está haciendo política —visible. También yo hago política cuando salgo a la calle vestido de hombre (tradicional), pero mi declaración coincide con la política hegemónica, es transparente, invisible, parece apolítica, neutral. Es por esta razón que el acto del marginal siempre se convierte en política visible.
Lo mismo podemos entender del factor político y religioso en dos mujeres tan diferentes como Santa Teresa y Sor Juana. Quizás ésta sea una de las razones por la cual una ha sido repetidamente honrada por la tradición religiosa y la otra reducida al círculo literario o a los seculares billetes de doscientos pesos mexicanos, símbolo del mundo material, abstracción del pecado.

*Jorge Majfud, escritor uruguayo, es profesor de Literatura Latinoamericana en The University of Georgia, Atlanta, Estados Unidos.

martes, 4 de diciembre de 2007

Denuncia de un abuso de autoridad... Por qué no le doy los 200 pesos al policía

(Nota de la editora: Artículo copiado del diario Clave Digital, edición del tres de este mes de diciembre. Valga mi acotación: hay delincuentes, muchos de ellos en lujosos despachos en los palacios de gobierno -en las iglesias, los sindicatos, congresos, etc.- que lucen, sólo lucen, honorables y dignos por aquello de sus trajes. Pero el hábito no hace al monje, aunque sí lo ayuda mucho para disfrazar sus fechorías de todod tipo. Si no, revisemos cómo viven los grandes desfalcadores en los puestos de poder.)

Oscar López Núñez/Especial para Clave Digital.


SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Después de salir casi de madrugada de trabajar como food stylist en un comercial de navidad de Supermercados Nacional con mis amigos de La Visual Sonora, llegué a mi casa en la calle Duarte casi esquina Mercedes, en la Zona Colonial.
Subí a la azotea de mi casa a tomar el fresco y mi amigo -y room mate-, el artista plástico Ney Díaz H. llegó minutos después.
-¿Tienes cigarrillos?- le pregunté al bajar a recibirlo.
-No tengo, pensé que tú habías comprado- me dijo.
2:30 de la madrugada, la noche aromada de los jazmines del patio de una iglesia cercana no parecía augurar maldad alguna.
-¿Te parece si vamos caminando por el Conde hasta la Cafetería Dumbo a comprar?- le pregunté- acordamos ir.
Nos llevamos un vaso de agua grande y emprendimos nuestra aventura. Fuimos caminando, las farolas del paseo peatonal le imprimían a los edificios un aire romántico y melancólico. Mientras, empezamos a ver la factura de edificios construidos a principios de siglo.
Le comentaba a Ney, que a mi entender, el ser humano se ha ido envileciendo en la medida en que se han constreñido sus espacios vitales, que las construcciones de antaño de techos altos y ventanales amplios que invitaban a entrar y sentarse el aire y la luz, hacían que así mismo fuera el "techo mental" de las gentes. Le comentaba que una habitación de servicio de una casa de antes, tenía dimensiones dignas, que ahora son como cajas, bajitas y obscuras, donde el lavamanos queda arriba del inodoro, y frente a este, el ínfimo espacio que ocuparía un catre de campaña o un camastro. Por supuesto que hablamos de la Habana, de su enhiesta monumentalidad, de la eterna hermosura de su herrería, del óvalo magnifico de la luz que la envuelve de día y de noche.
Llegamos a Dumbo, en el Parque Independencia, compramos cigarrillos y un par de guineos (bananas), y de nuevo por el Conde, nos dirigimos a la casa.
Seguimos conversando y admirando la hermosa arquitectura de la zona, nos tropezamos con varios mendigos que dormían en bancos. Nuestra conversación era muy apasionada y amena.
Dos calles adelante, se paró una camioneta, doble cabina, de la policía. Como el que nada teme, nada debe, continuamos sin prisa alguna caminando; del vehiculo se desmontó aquel policía que, con aires de esbirro trujillista, nos esperó.
-¡Déjenme ver sus documentos!-, tronó con cara de perro rabioso.
Le mostramos nuestros documentos, nos dijo que estábamos presos por caminar en la calle, que los únicos que podían estar en la calle eran los policías.
Nos subieron al vehículo donde habían dos policías más, con las mismas normas de cortesía del cabo Payan, como luego supimos que se llamaba el cabo de marras.
Nos dieron vueltas por la zona, técnica que utilizan para aterrorizar y quitarle dinero a las personas que detienen. Pero Ney y yo continuamos conversando animadamente sobre la arquitectura, el arte y todas aquellos temas que nos permitieron flotar sobre la mierda y la ignominia, no sabía yo que había toque de queda en mi país, y que el derecho al libre tránsito estaba restringido. Al no ofrecer dinero, ni suplicar, ni mostrar miedo y continuar conversando sobre temas no entendibles para él, el cabo Payan se enfureció y subió el radio a todo volumen.
Por fin llegamos al cuartel de la Zona Colonial de la calle Vicente Celestino Duarte.
-Van a tener que salir por fiscalía- agregó con su tono áspero e intimidante.
Un policía joven y de mejores formas, tomó nuestros datos en una maltrecha y arrugada libreta escolar. Eran las tres y algo. La madrugada con su aliento de metal afilaba mis sentidos, -traca traca, traca traca- sonaba suspendido en el techo de madera un ventilador que amenazaba con desprenderse de su base. -Traca traca, traca traca- la luz intermitente de un tubo fluorescente prendía y apagaba, iluminando cuerpos dormidos en sillas desvencijadas y en el suelo, un detenido pudiente roncaba en su saco de dormir. -Traca traca, traca traca-. -La fiscal vendrá a depurarlos a las ocho de la mañana-nos informó el policía joven sentado en un escritorio gris plomo descascarado, mudo testigo de quién sabe que atrocidades. El cuartel, una antigua casa colonial, que sin duda sirvió en otra época a más nobles propósitos, emite un aura mórbida de cúmulo de dolores y sufrimientos. -Traca traca, traca traca- interminable noche, fumo en un patio español- al que el policía joven me permitió entrar- enrejado, junto a una fuente que hace siglos dejó de cantar, hay motores confiscados, escritorios grises, despatarrados, uno sobre otro, de cualquier forma.
Ney, tenía que dar clases de pintura a un grupo de no videntes,- tiene un método de enseñanza de pintura para no videntes- y le explica al policía joven, que debe llamar, pero en este cuartel no hay teléfono, ni prisa, ni respeto al tiempo del otro. Fue una noche larga, donde nos guarecimos cada uno en la fuerza y la dignidad del otro. El día enviaba sus primeros emisarios, -Traca traca, traca traca- el abanico desvencijado, sonando con acento de pala en caja de muerto. Los dedos del alba coloreaban nubes. El policía joven se fue a acostar, y se me acabo el poder vagar por el cuartel, y llego otro policía más viejo, con cara inexpresiva y frente surcada de arrugas como fuelle de acordeón.
–¡Siéntense aquí!- ordenó.
Me insinuó que necesitaba dinero para un pasaje. Empezó a barrer el cuartel, -¿Usted no le pega a esto?- Le dijo a Ney, mientras intentaba pasarle la escoba.
-Si usted me obliga- le contestó Ney, mientras yo lo miraba con cara de poco amigo.
Llegaron las ocho, hora en que supuestamente la fiscal iba a depurar los detenidos- el preso de confianza –o el que brindaba refrescos, dinero y comida a los policías- salió a la calle a buscar no sé que cosa, volvió con una muda de ropa, pidió agua para bañarse,
se bañó y perfumó, esperando ser atendido por la fiscal. Subieron la bandera e hicieron a todos pararse, yo me negué a honrarla en aquellas condiciones, yo honro mi bandera porque amo mi Patria, no por terror.
Dieron las diez de la mañana, y pasó un abogado, un amigo que trabaja con Guillermina.
-¿Qué tú haces aquí?
-Preso por caminar por la Calle El Conde.
El abogado preguntó al que estaba de guardia el motivo por el cual me tenían allí. A lo que el susodicho dijo que no sabía. Abogado nos llevó un desayunito y salió a llamar a
Guillermina.
Después llegó un policía de esos con cara de asesino, vestido de civil.
-¿Ustedes son de Afganistán? Dijo señalándonos despectivamente. Después preguntó: -"Si Ney me lo metía a mí, o yo a Ney"… que "quién le daba a quién".
Ney le contestó que ojala él ser la pareja de alguien como yo. Todo esto transcurría a mis espaldas. Después llegó otro, gordo bajo, no sólo de estatura física, sino moral, --¿María es tú nombre?- me dijo burlón.
–Respéteme, que yo a usted no le he faltado al respeto- le dije con rabia.
Conseguí un teléfono, y llamé a Landa, -Por favor llama a Patricia al ante despacho de la Presidencia, dile que estoy aquí-.
Pasaron horas, soportando burlas, faltas de respeto de todo tipo. Llamaron de la Presidencia a los celulares de los encargados preguntando por mí, y como que medio
se asustaron, porque los policías aquí hacen sus fechorías cuando entienden que tú no eres nadie y que no puedes llamar a nadie, ellos te miran la ropa y los zapatos y por ahí evalúan, y como Ney y yo andamos en chanclas y en jeans rotos, no les funciono el colador.
Vino un capitán enviado de la presidencia, tomó nuestros nombres y salió para la fiscalia, en la puerta de al lado. Pasaron dos horas más y la fiscal, nada. Volví a conseguir un celular prestado y llame a Patricia. Finalmente vinieron de varias partes a soltarme, debo decir que el supervisor de Politur que enviaron es un caballero, los otros dos cuando yo le dije de las faltas de respeto de que había sido objeto y que iba a denunciarlo, tanto en mi programa de radio, como en mi columna de Internet "Reflexiones antes del almuerzo".
Me dijeron que "la cosa se podía ir más para arriba si yo me ponía a hablar".
-¿Tú no quieres que se vaya más para arriba la cosa, porque tú estás aquí soltándome porque te mandaron de la Presidencia de la República?- le dije, molesto.
El 2do Teniente Marcelino, Comandante de la dotación, me pidió excusas, y nos llevó, como a las cuatro de la tarde, a donde la ocupada fiscal, que no había podido ir a depurar los presos, porque estaba tan ocupada.-Usted sabe que es cuidándolos a ustedes, porque en el Conde pasa de todo de madrugada –Sí, le contesté- lo que pasa es que yo de hablar tres minutos con una persona, sé cuando es un delincuente, o cuando es una persona de trabajo.
Por eso no les di los 200 pesos al policía Cabo Payan, porque estoy harto de esta crápula que se ciñe los laureles de ser "la autoridad", con terrorismo, chantaje, chanchullo, miedo y bajeza, porque pasé un mal rato, y lo voy a volver a pasar, porque no les voy
a dar un centavo, ni al troglodita grosero del cabo Payan, ni a ningún otro. No les doy los 200, y los exhorto a que no les den un centavo, si por no pasar un mal rato seguimos llevándoles la cuerda a estos maleantes, nunca mejorarán las cosas.
Si algo me pasa sigan adelante, ellos pueden matar el cuerpo, pero no las ideas ni el espíritu. Por lo pronto, yo voy a seguir caminando por el Conde a la hora que tenga que hacerlo, Este sábado pretendo caminar a las 3 de la mañana, con mi amigo Ney, es una caminata de resistencia, si quieren unírsenos, el viernes les enviaré otro correo.
Los amo, como amo la verdad, como amo las flores, como amo la justicia, aunque en este país, la justicia se haga la pendeja, háganme el favor, difundan este escrito, y no les den ni cinco pesos a quienes deberían actuar con la majestad de la ley, y no son más que un club de delincuentes.
Oscar López Núñez
Epílogo:
Salimos al sol de la tarde y sonreímos.
-Ney, me siento orgulloso de ti- le dije con emoción
-Oscar, me siento orgulloso de ti, de tu coraje y valor- me dijo, y nos dimos un abrazo y caminamos por las calles de la Zona hasta la casa.

viernes, 9 de noviembre de 2007

En defensa de los locos

(Nota de la editora: Escribí el texto que aparece abajo, en 1990, para el desaparecido diario El Siglo. Y lo comparto hoy porque tengo la convicción de que la gente del poder y del dinero, principalmente los peledeístas "subíos en el palo", podrían encontrar en él un medio para reflexionar acerca de este aquí y este ahora post Noel. Los confieso que "me quilla" repetirme... Y les confieso, además, que Leonel Fernández me ha inspirado, desde que anda empeñado en seguir en la silla aquella, el más bajo sentimiento que me inspiran algunos comportamientos humanos: lástima. La vida te guarda sorpresa... A mí quién me iba a decir que un ser humano que me provocó tanta admiración, aquí y ahora me provoque lástima.)

"La verdadera locura quizá no sea cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca".
Enrique Heine.

Las sociedades, sobre todo cuando entran en un período de descomposición, son muy dadas a buscar "chivos expiatorios" para culparlos por sus males.
Somos tan irresponsables que son excepcionales aquellos y aquellas que osan reconocer sus propios fallos, errores y defectos. Los culpables siempre serán los otros y las otras. Nunca nosotros ni nosotras mismas.
La sociedad, como sistema organizado para hacer creer a la gente que de veras es libre, aunque únicamente le permite expresar su individualidad en cosas de poca importancia y aceptables desde el punto de vista social, como dice un teórico del comportamiento humano, la sociedad, insisto, es una perfecta incubadora y propiciadora de injusticias.
Una de las más recientes es la que se ha intentado frente a los locos. Y locas también, por supuesto. Ahora resulta que son ellos y ellas unos de los principales responsables de la ola de violencia, crímenes y otras inmundicias que están socavando a la sociedad dominicana.
Pero no. Digo, en primera persona del singular, que los locos y las locas no tienen absolutamente nada que ver con tanta maldad humana, con tanto asco social. Ellos y ellas, en su mayoría, están tranquilos y tranquilas en los manicomios o en sus casas.
Prácticamente ninguno usa armas. De ningún tipo. Quienes sí andan armados y bien armados, hasta los dientes, son los dueños del poder político. Esos que tienen al mundo expuesto a un holocausto porque prefieren gastar más recursos en armas que en alimentos y en educación. Esos que se enriquecen a cómo dé lugar, mientras la mayoría de los habitantes de la Tierra prácticamente muere de hambre.
Esos que piden paz en oraciones y en declaraciones, mientras con sus hechos, en la cotidianidad, se encargan de fomentar las injusticias y desigualdades responsables de que un niño, una niña, miles y millones de niños y niñas no tengan ni siquiera un mendrugo para llevarse a la boca.
¡Dejemos tranquilos a los locos! Porque si se revisan las estadísticas para establecer la tipología personal de los homicidas y criminales en toda laya, de seguro caeremos en la cuenta de que somos cuerdos, muy cuerdos, los responsables del orden de cosas. Tanto aquí como fuera de aquí. En el Comunismo como en el Capitalismo.

sábado, 27 de octubre de 2007

Drogas, establishment y derechos humanos...

(Nota de la editora: Dada la tozudez de los dueños del poder, fabricantes de armas e industrias farmacéuticas incluidos, en persistir en su lucha, su combate, contra el tráfico de drogas ilegales, a pesar del ostensible fracaso, considero pertinente compartir el texto que copio más abajo, publicado por primera vez en Epistheme, sitio que edita mi amigo Tony de Moya. Buen provecho.)
epistheme
epistheme es un conjunto de medios multiples de comunicacion orientados hacia la gestion del conocimiento y del cambio sociocultural. Estos medios sirven de voz a una serie de comunidades epistemicas dominicanas y caribenas polisinteticas aglutinantes, interconexas y crecientes.
miércoles, junio 06, 2007

Noticias del Frente Ecologico 007


Niños de la calle
“Se prohibe prohibir”, filosofía libertaria


Por Elsa Expósito [1]


Conocí a Blanco, 13 años; Lindo, nueve, y Adolfito, 12, a mediados de julio de 1987, hace casi 19 años, de lo que se infiere, como datos elementales, que el primero debe andar hoy por los 32 años; el segundo por los 28; y el tercero, 31. Y me pasé varias horas con los tres en la avenida George Washington, incluso en la cueva del acantilado donde pernoctaban a orillas del Mar Caribe…“Blanco, Lindo y Adolfito se han hecho camaradas ‘de a verdad’”.La pobreza, el abandono, la intemperie y las drogas los han unido en una cotidianidad que los ha hecho adultos intempestivamente, con una violencia que les muerde la vida y les descuenta los años”, escribí en la entrada (lead, en la “neolengua” de Occidente, del establishment) del reportaje que redacté para el desaparecido vespertino Ultima Hora, donde entonces ejercía mi apostolado (porque el Periodismo- ya lo dijo José Martí- es tarea de apóstoles).


El reportaje, de 20 párrafos, trajo sendas semblanzas de los tres chicos, y en los dos finales escribí –me cito-: “Blanco, Lindo y Adolfito son, en conjunción, tres muestras de una realidad de abandono y de desprotección de la niñez en República Dominicana. Así como sus familias y su sociedad se lo han negado casi todo, los tres se les han negado a sus familias y a su sociedad. Hoy viven su inadaptación oliendo drogas en las calles de Santo Domingo y exhibiendo sus escuálidos cuerpos, sin que nadie los tome en cuenta. Posiblemente mañana, cuando su edad y su vicio hayan crecido, la sociedad repare en que Blanco, Lindo y Adolfito se han hecho delincuentes. Y hasta les cobre sus ‘delitos’ metiéndolos en la cárcel”.


Hoy –la historia se repite, ahora como tragedia-, los Blanco, Lindo y Adolfito andan por esas calles ¿de Dios?, los menos oliendo “cemento” y los más alienados y alienadas con el legal alcohol y las “ilegales” marihuana, cocaína, crack, heroína y éxtasis, mientras los encargados del orden público, en grandísimo número, andan armas en ristre, que no almas, muchos montados en una yipeta e incluso en un puesto de poder formal, policía, guardia, ministro o general, con “licencia constitucional” para llevarme a la cárcel si, eventualmente, me dejo contagiar por la “moral social” y me “robo” un semáforo en rojo para imitar al gendarme que hace lo propio. (“Como es arriba, es abajo”, por lo que no es de extrañar que en una sociedad que ha sido asaltada por sus “élites” gobernantes, las y los súbditos “cojan también lo suyo”.)


La sociedad, sus “fuerzas vivas”, está “paniqueada”, es decir, metida en pánico, como diría cualquier jevito o jevita enojados porque alguien le “tumbó la nota”.


Es tanto el miedo, el temor, que cualquiera puede ver una amenaza de agresión en un gesto de cortesía, como obviamente pensó una joven que iba a abordar el auto que me transportaba cuando cometí el “desliz” de abandonarlo para cederle mi asiento a fin de no molestarla cuando llegara a mi parada, menos de una cuadra después del lugar donde ella lo abordaría. De boca de la chica llovieron insultos dirigidos a mí por el simple hecho de haber sido cortés. Y no quiso montarse en el carro.


Pero no todo está perdido. El establishment anda buscando cura para el mal social expresado en tanta violencia… Barrio seguro, operativos policiales y militares, redadas y un largo etcétera para combatir la delincuencia, la violencia, asaltos, atracos, robos de celulares y de tenis.


Hasta consultas a presentadores de televisión y dirigentes partidarios para, por ejemplo, organizar un sistema para identificar a los motoristas –deberían hacer lo mismo para organizar un sistema de transporte público, “made in USA”, como el que opera Greyhound en el Nueva York , el grande, que no el chiquito que Leonel Fernández da notaciones de tener metido entre ceja y ceja-, tarea elemental cuya ejecución debe estar a cargo de una sarta de burócratas, civiles y militares, a quienes pagamos sueldos, en muchos casos lujosísimos para que prácticamente –por sus hechos los conoceréis- no hagan nada. Falso: sí hacen algo: dar declaraciones a troche y moche (el “declaracionismo”, entrevistas y más entrevistas, es para mí, uno de los vicios del reporterismo criollo) y, muchos de ellos y ellas, aparecer en cuñas de TV y radio, pagadas por el erario público, es decir, por las y los contribuyentes, para ponderar las “excelencias” de su ¿institución?


Incluso, en la presente gestión de gobierno, el presidente Leonel Fernández ha puesto trabas a las libertades de tránsito y de asociación y de reunión sin armas, con fines políticos, económicos, sociales, culturales o de cualquier otra índole, siempre que por su naturaleza no sean contrarias ni atentatorias al orden público, la seguridad nacional y las buenas costumbres.


Y lo hizo también cuando dispuso, administrativamente, horarios para la venta, en negocios autorizados legalmente, de bebidas alcohólicas, droga cuya ingesta es promovida, mañana, tarde, noche y madrugada, por el principal agente de socialización de virtualmente todo Occidente, mayormente en su Tercer Mundo, la TV, porque como ha sido documentado científicamente, el grueso de la gente se “educa” a través de las ondas hertzianas, a tal punto que los chicos y chicas de hoy parecen haber sido hechos en serie: vestimenta similar –gorras incluidas-, formas de bailar, cantar, etc.Y casi todos y todas imitan a los íconos de la cultura de masas: peloteros, futbolistas, cantantes, profundizando el inquietante fenómeno de la alienación humana característico de la seudo sociedad del conocimiento.


Pero el mal no está en la sábana, señores y señoras de los poderes “institucionales” y fácticos de este vapuleado pueblo. No. Las raíces del desbarajuste ético de esta sociedad vienen de viejo, aunque poca gente se enteró de que por ahí andaban –y andan- muchos Lindo, Blanco y Adolfito, producto de una sociedad injusta hasta la tambora que promueve el consumo, incluso de sexo, mientras sus iglesias, de todas las denominaciones, mantienen crucificado a Cristo, el Hacedor de este pequeño universo donde está la Tierra y viven prohibiéndolo todo, desde la anticoncepción responsable hasta que una criatura embarazada en una violación, a veces por su propio padre, interrumpa la preñez por recomendación sicológica.Y hasta física, porque ninguna niña tiene el cuerpo apto para la procreación, so pena de exponerse a riesgos mayores, incluso la muerte.


Hace años también había reparado en que vivíamos una situación de virtual anomia, a tal punto que en los 90 escribí para El Siglo, donde entonces laboraba, un artículo de opinión al respecto, en el que hice una virtual declaración de desobediencia civil cuando afirmé que si alguna patrulla policial o militar me mandaba a detener mi auto en el trayecto de la sede del diario a mi casa (lo hacía de madrugada, tras el cierre de edición), no me detendría porque sabía que guardias y policías andaban atracando protegidos por sus uniformes.


Luego documenté, en una investigación todavía inédita, sobre el uso y tráfico de drogas ilegales en República Dominicana que hice hacia 1995 para el programa de televisión “Contra viento y marea”, que agentes de la Dirección Nacional de Control de Drogas, militares y policías participaban en el negocio.


Para mi fortuna, el programa –escogimos, por consenso el nombre Contra viento y marea- liderado por Anita Ontiveros y entre cuyas investigadoras estuvieron, además, Nexcy de León, Sagrada Bujosa e Iris Rossi, nunca salió al aire, por razones que desconozco, aunque sospecho, sospechas que dejo en el tintero. Y digo para mi fortuna, porque la revelación de mis hallazgos en esta investigación, una de las más atrevidas y riesgosas que he realizado en mi ejercicio profesional, enojaría a la mafia de las drogas ilegales –porque las legales son promovidas por los medios de cultura de masas, principalmente (insisto a riesgo de parecer necia) la influyentísima y “formadora” televisión, hasta mediante mensajes subliminales (que influyen a la bestia, al inconsciente, sin que el consciente, el cerebro superior, se entere) que provocan disonancia cognitiva porque concomitantemente se incita a la gente a usarlas y se le dice que son dañinas para la salud. Y en su enojo, la delincuencia aquella –hay precedentes que lo confirman- sería capaz de aplicarme el aserto aquel: la mafia no perdona. Es que en la investigación confirmé mi premisa fundamental: que el narcotráfico tenía –y tiene- alicates en estructuras de poder social, económico y político, aquí, allá y acullá. Si así no fuere, tanta lucha, combate y persecución habrían erradicado el rentabilísimo negocio de las drogas prohibidas.


Años después de mi investigación, se destapó el caso Quirino, como sabe la sociedad dominicana, que vino a reconfirmar el hallazgo de mi investigación.


Porque conviene a los intereses que me han llevado a escribir estas líneas, copio abajo un artículo que escribí en febrero de 1996 –no recuerdo qué día y tampoco lo puse en el texto-, con la intención de publicarlo en uno de los vespertinos de entonces, propósito que no logré porque no pasó la censura. Para no hacer sentir mal al censor o a los censores prefiero omitir el nombre del diario, el que, por demás, es innecesario aquí y ahora porque lo que persigo es aguijonear a las y los líderes de esta ¿nación? en todas sus instancias de poder –medios de masas, gobierno central, Congreso, grupos patronales, sindicales y profesionales, para que de una vez por todas asuman sus respectivas responsabilidades...“Cuando la delincuencia gobierna...” fue el título del artículo que ahora comparto contigo:


“A mí los orates, lo mismo que las orates, siempre me han parecido encantadores. No hace mucho me he estado juntando con uno a quien escucho con serenidad y mucha tranquilidad. Y, sobre todo con muchos deseos de aprender. Es, para mí, el aprendizaje, una de las razones esenciales de la vida, de que carguemos todos los huesos que cargamos, lo mismo que toda la carne y el cerebro, pobre órgano tan en desuso en esta posmodernidad doliente, rompiente, mordiente para los espíritus sensibles.“Mis neuronas -no tengo duda alguna de que las cargo- a veces me traicionan y tienden a dispersar mi pensamiento. Pero mi razón -¿la tengo?- me reatrapa y se impone a mi ‘locura’.


Párrafos antes hablé de mi nuevo amigo el orate, a quien culpo por haberme puesto a reflexionar sobre la peligrosidad implícita en el supuesto de que la delincuencia llegue a gobernar una nación e, incluso, todo el mundo.


“Dado el anterior supuesto se pueden construir –y paso a hacerlo- varios escenarios. Primer escenario: La Policía encargada de velar por el orden público y la seguridad ciudadana está integrada por delincuentes. En semejante caso, ¿quién está seguro o segura? Me parece que únicamente las y los delincuentes, quienes, gracias a su poder de control y represión social, decidirán quién va a la cárcel y quién anda por las calles caminando libremente.


“Segundo escenario: los agentes responsables de combatir el tráfico de drogas ilegales (porque las legales son promovidas, incluso en horas en que se reputa una audiencia infantil, por las y los usufructuarios de las ondas hertzianas, una propiedad pública gracias a las cuales tú y yo podemos escuchar la radio y ver televisión) son delincuentes, caso en el cual es muy improbable que los auténticos narcotraficantes sean castigados con –valga este lugar común- todo el peso de la ley, por más severa que ésta sea.


“Así las cosas, creo que por la peligrosidad que subyace y vive en un eventual gobierno de delincuentes es que andan por ahí algunos teóricos del Derecho según quienes el mejor gobierno es que el que no existe. Porque para qué puede servir, sino es para dañar, un gobierno de la delincuencia.


“Mi amigo el orate de marras ha compartido conmigo otras reflexiones. Verbigracia: me ha dicho que es igualmente peligroso que gente insincera, mentirosa, inhumana, mezquina y amante, sobre todo, de los bienes materiales, ande dirigiendo iglesias, las que sean, y asumiéndose como representantes de Dios en esta Tierra tan maltratada por los seres humanos. Aquí pongo punto final, porque este tema, el de Dios y sus autoproclamados representantes, sirve para escribir otros párrafos...”


Bien… Pienso que regular, como se ha hecho con el alcohol y el tabaco, la venta de las ilegales parece la salida más sesuda para encarar –valga otro lugar común- el flagelo de las drogas, pero hay intereses muy poderosos –las industrias farmacéutica y de armamentos, verbigracia- capaces de invertir para evitar la regulación, en aras de defender sus intereses (lo hizo la industria de fármacos en Estados Unidos en 1937, cuando, en una campaña de marketing social aupada por la “moralina” de la iglesia logró que se declarase ilegal la marihuana, cannabis sativa, porque esta planta, como la hoja de coca, tiene propiedades de pastillas hechas en laboratorios y pueden ser cultivadas en nuestros propios patios y fincas, lo que conspiraría contra las industrias de las drogas químicas.


Por demás, la “doble moral burguesa” –tampoco la “proletaria”- no me luce muy calificada para andar prohibiendo absolutamente nada. Procede, eso sí, educar, no tan sólo a través de la cenicienta educación formal, sino y sobre todo, usando los medios electrónicos, para aportar a la construcción de valores de justicia y de ética.


Lamentablemente en este país no parece haber mucho interés en este tipo de educación, porque ni siquiera los “moralistas” enganchados al tren gubernamental hacen nada al respecto. Al contrario, lo suyo, comenzando por el presidente Leonel Fernández y su esposa, es la propaganda, incluyendo el autobombo, con recursos públicos, por supuesto.


A tal punto que una propuesta de educación para la ética y la ciudadanía cuyos términos de referencia entregué personalmente a Fernández hace “añales” ha merecido “el caso del perro”.


Es que la “ética” gubernamental, lo mismo que la social (“como es arriba, es abajo”) prevaleciente está empeñada sobre todo en prohibir, aunque se violenten derechos humanos, y en convencer a este vapuleado pueblo de que el inquilino del Palacio Nacional y su señora esposa son “la última coca-cola del desierto”. Y que sin el mandatario en el Palacio se hunde este país, arde Troya o nos vamos por el derricadero, mientras los postulados peledeístas de organización y disciplina –y el mismo programa de gobierno del PLD-, andan por alguna gaveta, a pesar de que la violencia ha devenido sistémica, aquí - igual que allá y acullá-, a contramano de barrios seguros, “solidaridad”, combate, operativos y luchas contra grandes lacras sociales y otras iniciativas ¿redentoras?


*Nota: La autora ha sido y es una de las principales mujeres dominicanas luchadoras incansables por la ética profesional y la libertad de expresión en la comunicación social del país en las últimas décadas. Por su verticalidad y combatividad, sin dudas, ha sido la comunicadora más censurada en la historia del periodismo nacional. La reunión de sus artículos excluidos de casi todos los diarios nacionales por los que ha pasado serían suficientes para publicar varios libros que desnudan los secretos y desverguenzas de la divina tragedia del ejercicio del poder en nuestro pais. Epistheme agradece infinitamente a Elsa esta desinteresada colaboración, y hace votos porque sus incisivos artículos puedan llegarnos más frecuentemente a través de este medio, donde, por principio, jamás será censurada. Yaguarix

domingo, 7 de octubre de 2007

El Che, de hombre a icono de camisetas

(Nota de la editora: Artículo tomado de la edición de este domingo de Periodista Digital.)
Archivado en Cuba, Argentina


(PD)-. Dentro de la jerga entre los jóvenes de Argentina existe una frase con una rima casi perfecta en español: “Tengo una remera (camiseta) del Che, y no sé por qué”. Bolivia ya inició la conmemoración de los 40 años de la muerte del revolucionario marxista de origen argentino.
En un completo artículo sobre esta efeméride, el diario peruano El Comercio cuenta que los actos oficiales, caravanas, debates y caminatas turísticas a La Higuera -la aldea donde fue ametrallado, el 9 de octubre de 1967-, se sumarán a un pequeño campeonato de fútbol y una ceremonia religiosa en la que se anunciará su “resurrección”.
La socióloga y periodista colombiana Adriana Mariño cita, en el diario latinoamericano El Comercio, la relfexión de uno de sus habitantes en la edición número 68 de la revista Gatopardo.
Muchos dicen que es san Che Guevara.
Che el producto


Uno de los aspectos que más llaman la atención es el empleo de su efigie para reivindicaciones sociales. Convertir al hombre en un icono genera división de opiniones.
Alberto Granado, el amigo de la juventud de Guevara, dice que la presencia del Che en camisetas, para los jóvenes es una forma para molestar a sus padres, que no han hecho nada por construir un mundo mejor”, declaró en un reciente documental.

El escritor Humberto Fontova, que este año lanzó el libro ‘Mostrando al Che Guevara real y los idiotas útiles que lo idolatran´, también documenta otras polémicas citas del Che, como su afirmación de que los negros son “ociosos e indolentes”. A pesar de todo esto, siguen proliferando las marcas y artículos que utilizan su figura.


Sospechoso de terrorismo


En medio de los cientos de homenajes, existen varios autores que cuestionan seriamente el culto a su icono, argumentando que existe una inconsistencia entre las acciones y la forma de ser de Ernesto Guevara y lo que proclaman quienes tienen su imagen como estandarte.
Para citar un ejemplo, la página de Internet de la Universidad Internacional de Florida publica un análisis del activista cubano John Suárez, ‘El dudoso legado del Che Guevara’.
Ahí critica el hecho de que la actriz estadounidense Angelina Jolie llevase un tatuaje con la imagen del guerrillero mientras hablaba contra la violencia en el mundo, en su función de Embajadora de Buena Voluntad de la ONU.


Seguramente la estrella de Hollywood, afirma Suárez, ignora que, según varios datos del FBI, Guevara estuvo detrás de dos atentados fallidos en Nueva York, en 1962 y 1964. Esto sin contar lo que Vargas Llosa cita como un resumen de su “idea homicida de la justicia”, revelada por él mismo durante su ‘Mensaje a la Tricontinental’ en 1967:
El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar.
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"Che" histórico, el místico y el comercial conviven en Vallegrande

(Nota de la editora: Crónica tomada del periódico digital 7dias.com.do)
Por Javier Aliaga

VALLEGRANDE (Bolivia), 7 oct (EFE).- Las tres caras del guerrillero argentino-cubano Ernesto "Che" Guevara, la histórica, la mística y la comercial, conviven hoy en Vallegrande, donde se conmemoran los 40 años de su muerte en estas tierras del sureste de Bolivia.

Desde hace días "guevaristas" de varios países están reunidos en esta población situada a 779 kilómetros de La Paz, para ratificar su admiración por el icono guerrillero que en octubre de 1967 fue derrotado y asesinado por el Ejército de Bolivia, ayudado por agentes estadounidenses.

Vallegrande, que habitualmente vive el sopor típico de los pueblos de Bolivia, ha resucitado con la presencia de los seguidores del "Che", cuya imagen preside foros políticos, unos formales y otros nostálgicos.

El muy publicitado rostro del "Che" se materializa en carteles, camisetas, cigarreras y tazas, pero algunos también le prenden velas, como a un santo.

En las calles de esta pequeña localidad, de apenas 7.000 habitantes, incluso se venden pequeños frascos que supuestamente tienen la "tierra que pisó el Che" durante su marcha guerrillera de 1966 y 1967, cuando pretendía crear "uno, dos, tres Vietnam", comenzando en Bolivia.

Casi nadie escapa a la dinámica económica de esta feria de los sentidos para los seguidores del rebelde, e incluso los testigos de sus últimos días con vida en la zona, tanto reales como presuntos, piden pequeñas propinas a los informadores para desgranar sus viejas historias.

Guevara fue capturado en la llamada quebrada del Churo el 8 de octubre de 1967, asesinado un día después en el caserío de La Higuera, a unos 60 kilómetros de Vallegrande, y su cuerpo trasladado en los patines de un helicóptero hasta este lugar para ser exhibido como escarnio.

Cuarenta años después de aquellos violentos sucesos, su imagen sigue siendo motivo de culto en Bolivia, donde sus restos estuvieron enterrados en secreto durante treinta años, hasta su descubrimiento en 1997 en la pista área de Vallegrande, junto con los de otros guerrilleros.

El periodista boliviano Carlos Soria Galvarro, quien hizo una de las mayores recopilaciones de documentos sobre el "Che", y que llegó este fin de semana a Vallegrande para presentar sus libros, explicó a Efe que se puede hablar de un "Che histórico" y de un "Che mítico".

Paradójicamente, según Soria Galvarro, fueron los militares bolivianos quienes alimentaron esa segunda imagen del combatiente al cercenarle las manos, exhibir su cadáver y luego ocultar sus restos durante tres décadas.

También contribuyeron la celebre fotografía del rostro del guerrillero que le tomó en vida Alberto Korda en 1960, así como la de su cadáver, tendido sobre la lavandería de un hospital, con los ojos abiertos, del boliviano Freddy Alborta.

"En alguna parte de esta región el mito también se alimenta de creencias religiosas, cuando se le pone una vela a la almita del 'Che' para pedirle favores", dijo Soria Galvarro.

El senador boliviano Antonio Peredo, cuyos hermanos menores Coco e Inti combatieron junto al Che en esta zona, declaró a Efe que, además de los aspectos históricos, míticos y religiosos, Guevara aún vive "en la lucha por la liberación de los pueblos, por la construcción de un hombre nuevo".

Peredo reconoce que los mitos no tienen límites, porque un dentista en La Paz asegura que tiene una muela del "Che", otra persona jura que le dejó su maletín de médico, una más dice que le alquiló una casa y que pagaba puntualmente el alquiler, y un médico de la ciudad amazónica de Trinidad se ufana de que operó junto a Guevara.

"El mito pasa a ser parte de esa historia porque refleja ese sentimiento de relación de la gente con un hombre de la altura del 'Che'", explicó Peredo, político cercano al presidente boliviano, Evo Morales, cuya visita a Vallegrande está prevista para mañana.

También hay quienes, en medio de la vorágine publicitaria y comercial de estas fechas alrededor del "Che", dicen que callan para no contribuir al deterioro de su imagen, aunque le ratifican su devoción.

"Ernesto se me reveló una noche. Me dijo: 'Dora cállate, no hables más'. Eso por el negocio que se está haciendo con la vida de este hombre", dijo Dora Cárdenas, vallegrandina que solía dar entrevistas sobre su culto religioso al "Che", pero ahora las rechaza.

En otra vereda está la joven universitaria argentina Florencia Dahbar, de 18 años, que opina que ver al "Che" como algo excepcional, "como un Robin Hood", es ir contra su pensamiento y sacarlo de la realidad.

"Lo que tenemos que hacer es bajarlo a la realidad y pensar que fue un hombre común, como nosotros, con un compromiso real con los pueblos, y no creer que fue un romántico o un aventurero", apuntó esta joven que estudia medicina, como en su tiempo el "Che".

jueves, 4 de octubre de 2007

Ruidos y vulgarización

(Nota de la editora: Escribí este artículo hace doce años para el desaparecido diario El Siglo, que lo publicó el 30 de octubre de 1995. Lejos de influir a quienes tienen responsabilidad en la generación de ruidos y en su regulación, trátese de instancias públicas o privadas, la advertencia implícita en mi reflexión no parece haber surtido efecto, por cuanto, aquí y ahora, la pandemia ruidosa que taladra el alma nacional y provoca enfermedades diversas se ha expandido y nuestra sociedad es cada vez más bulliciosa, con todas las secuelas negativas físicas como psíquicas que provocan los ruidos.)

Por Elsa Expósito

Hay, en nuestra sociedad, expresiones de vulgarización escandalosas. Es como si hubiésemos perdido el sentido estético, como si la libertad personal, el respeto a las diferencias, la tolerancia frente a ellas, constituyesen licencias para la vulgarización de la existencia, para en buen español dominicano, la "cualquierización" de la vida.

Parecería que somos incapaces para buscar el justo, el preciso equilibrio, entre las actitudes y comportamientos autoritarios, intolerantes, y la tolerancia y la libertad personal.La "música" de moda hoy aquí es, sin ninguna duda, una de las más connotadas expresiones de la vulgarización, del mal gusto, de la vida dominicana de hoy. Y del bullicio. Si antes no lo hubiese entendido, lo que hoy pasa en esta tierra, musicalmente hablando, habría sido más que suficiente para comprender a Hermann Hess cuando habla acerca de la música como elemento para conocer a un pueblo, para adentrarnos en el alma de una nación.

Los ruidos, comenzando por el que divulgan el grueso de las radiodifusoras y televisoras de esta nación bajo el nombre de "música" popular, nos están enfermando. (No hablo de sus letras porque se trata de un tema aparte, en el que hay muchísimas alforjas que recortar). Y parece que no nos damos cuenta.Es como si la gente hubiese perdido un sentido, el importantísimo oído. No hablamos, gritamos, pero no parece que nos demos cuenta.

La ciudad está llena de ruidos, de bullicio. Y hasta en los hogares, en muchos hogares, la gente no se habla, se grita. Y como los gritos obstaculizan la comunicación, difícilmente puede haber comunicación entre una madre, un padre y sus hijas y sus hijos acostumbrados a gritarse.

Salga usted a la calle, pero prepárese antes porque se arriesga, con creces, a enfermar su oído, con todas las secuelas negativas de esa enfermedad. Como en la calle anda tanta gente que tiene el oído enfermo, porque lo dañó exponiéndolo a una carga de decibeles mayor a la que él podía soportar, la población no sabe hablar quedo, bajito. No. Se comunica a gritos, oye "música" para que los otros y las otras también la escuchen y no hay forma de que te respeten tu oído sano. No, también quieren enfermarte el tuyo.

La radio, la televisión, las bocinas de los automóviles públicos y privados y en hogares y "colmadones", las ambiciones alocadas se confabulan para parir ruídos, para agredir nuestro oído, con todo y las coyunturales campañas de la Policía y los aspavientos teatrales, de ocasión, como para estar en la "onda" noticiosa, de gente de periódicos, de la televisión y de la radiodifusión.

Y otro ruido, altamente peligroso, el que sale del arma de fuego asesina cuyo gatillo fue apretado por un ser humano habitante de esta ruidosa e insoportable Santo Domingo.Como según las Ciencias Médicas, los ruidos dañan la salud, incluyendo el sistema nervioso, el equilibrio emocional y hasta la tan preciada "virilidad" masculina (no hay aguacate que valga), creo de altísimo interés iniciar una campaña nacional, bien planificada, conforme las técnicas del mercadeo social, para enfrentar el bullicio.

La gente ecologista de este país y los medios de información social, principalmente la radio y la televisión, bien podrían planificar, confeccionar y difundir esta campaña. La embajada de Francia, nación donde hace muchos años se hizo una campaña de mercadeo social para obligar a los y las automovilistas a no tocar las bocinas de us autos a menos que fuese necesariamente obligado para evitar un accidente, podría dar la mano en este proyecto, simplemente ofreciendo las informaciones sobre la experiencia citada. O tal vez se anima y nos manda una o un experto para que nos diseñe la campaña como un gesto de cooperación. Así no habría que pagar a ningún creativo.

Entretanto, la gente de la radio y la televisión, como usufructúan en beneficio privado un bien público, propiedad pública, como son las ondas hertzianas, podrían emprender acciones contra el ruido. Así, devolverían a la sociedad, una pequeñísima parte de lo que han obtenido gracias a tal usufructo. Para ello, las televisoras deben comenzar haciendo bajar el tono de voz a sus comediantes y sacando de sus contenidos "humorísticos" las escenas de pleitos familiares en los que el griterío está al pecho. Lo mismo harían con las discordias altisonantes entre amigos y enemigos.

El interés nacional así lo reclama, porque -es verdad de acero-, los ruidos que laceran el sistema nervioso tienen muchísimo que ver con las abundantes expresiones de violencia que se dan en nuestras casas y en nuestras calles.Tal vez -no sé-, lo que he planteado no sea de interés nacional alguno, pero sí es de muchísimo interés personal. Porque los ruidos y la "música" en boga me resultan insufribles. Es que mi cerebro es lento y necesita silencio para su sanidad. Y para concluir, un comercial: ojalá que las emisoras de este país sean como Viva FM, pero no tan lejos en el tiempo como en el año 2500. Es demasiado esperar.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Origen de la palabra Expósito

(Nota de la editora: El texto copiado abajo fue tomado de un sitio de la red (su nombre es irrelevante). Y lo comparto por interés personal. Es que navegando en la red quise conocer el origen de mi apellido Expósito y "me topé" con este artículo que ahora comparto.)

Hoy no se emplea ya esta palabra, que ha sido sustituida por la de abandonado para referirse al recién nacido del que se ha deshecho la madre, porque ya no existen las casas de expósitos, una institución que resolvía el problema de la maternidad no deseada. La "exposición" de niños, llamada también exposición de parto, difería del "abandono" (menos civilizado, pero que buscaba también desprenderse del bebé sin causarle daño) en que estaba socialmente aceptada y regulada, hasta el punto de que en todas las ciudades importantes había una casa de expósitos; y en las muy populosas, la ley mandaba que hubiese en cada distrito una de estas casas con torno, para tener la mujer la libertad de depositar en él a su hijo sin ser vista por la persona (una monja) que lo recibía.

Las casas de expósitos, los hospicios y las maternidades han sido sustituidas hoy por otro género de instituciones en que se descarta la ocultación de la identidad de la madre, porque ha dejado de ser una ignominia la libertad sexual de la mujer no casada, y en consecuencia su maternidad; aunque esta última y el embarazo que la precede no se llevan con el mismo desenfado.
Expósito es una forma latina, palabra culta por tanto con la que se ha dado el mejor nombre posible a una realidad bastante dura. Este nombre lo inventaron y lo usaron ya los romanos con el significado que tiene en nuestra lengua. El verbo expono, exponere, expósui, expósitum significa "poner fuera", sacar. Las aplicaciones de este verbo son infinitas, y una de ellas fue la de dejar fuera de la casa (ex pósitus = puesto fuera) al recién nacido no deseado. Esta práctica de la exposición, del simple sacarlo fuera, fue común por todos los pueblos con intención de eutanasia, pero con la posibilidad de sobrevivir si a alguien le interesaba la criatura. En La India de los vedas fue muy común. La historia nos cuenta que en Grecia se llegaba más allá, yendo directamente al infanticidio. En Roma al paterfamilias, dueño absoluto de los hijos, el derecho le reconocía como un elemento más de la potestas patria el ius exponendi, es decir, el derecho de sacar fuera de la casa, y dejarlo ahí para que se muera o para que alguien lo recoja, al hijo no deseado.

La palabra y el concepto del abandono consentido de los hijos han perdurado en nuestra cultura hasta hace menos de medio siglo. El cristianismo le dio una forma más humana para los hijos abandonados, a los que recogió en los hospicios y en las casas de expósitos; y para las madres manteniendo su anonimato. Quedaron, sin embargo, profundas huellas de la crueldad en que estaba envuelto algo tan grave. La cuerda rompía, como siempre, por lo más flojo. Al no tener estos niños padres conocidos, se les ponían apellidos que delataban su condición de niños abandonados: el más cruel era el ponerles directamente Expósito de apellido. Todavía en 1921 la ley establecía en España que los expedientes para cambiarse el apellido de Expósito por cualquier otro, serían gratuitos. Entretanto se arbitraron otras fórmulas, como fue ponerles a estos niños como apellido el nombre del santo del día, y ya más adelante los apellidos que quisieran ponerles (elegidos arbitrariamente) los responsables del hospicio, que ejercían de tutores suyos.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Catarsis espiritual

(Nota de la editora: El autor del texto que aparece abajo, Malcom Pavel Bisonó Expósito, 29 años, es el menor de mis tres hijos. Escribió el texto que sigue animado por el deseo –también acicateado por mí– de que el conocimiento público de sus vivencias –las experimentó entre los 14 y los 15 años de edad- contribuyan a lograr que la gente entienda que la música es capaz de provocar determinados comportamientos y hasta influir la naturaleza orgánica e inorgánica. Este texto es parte del contenido de lo que será su primera obra impresa. La música –ya lo dijo Hermann Hesse- es el alma de los pueblos. Y los mensajes de la cultura de masas (principalmente los subliminales), reggatón y otros ruidos promovidos como música, influyen a quienes se exponen a ellos y se van al subconsciente*, ese Dios-bestia que carga cada criatura humana. El periódico Clave Digital lo publicó el 20 de junio del 2006, en su sección Opinión Joven, aunque omitió la introducción que le escribí entonces. He decidido compartirlo contigo porque me parece pertinente hacerlo en medio de tantos ruidos que se oyen en esta "selva de asfalto" en que se ha convertido República Dominicana, la misma donde presentadores de espectáculos, incluso de TV y la radio, instan a la gente a "hagan una bulla". Ojalá llegue el mensaje profundo que, desde mi punto vista, hay en este texto. He pedido a Malcom que comparta sus otras vivencias en el mundo astral en el que se internó y que yo, como madre, hube de manejar con mucha paciencia, mucho estoicismo y virtualmente sola, aunque auxiliada por la fuerza que dan las energías divinas, para no derrumbarme. Espéremos sus otros aportes...)



“Las letras (de los géneros musicales “death metal”, “black metal” y “heavy metal”) inspiran la destrucción total de la humanidad, la mutilación de Jesús, el Cristo, y actos inimaginables en una mente sana. Los mensajes negativos son tan persuasivos que te atraen a este mundo perverso de ideas sangrientas y a la adoración de un ser creado por mentes perdidas entre su propia Luz. Esta música me llevo a convertirme en alguien que yo nunca imaginé. Malcom Bisonó.

Por Malcom Bisonó

Te regalo mi experiencia. ¡Cuánto deseo que encuentres en ella al menos un vislumbre de esa Luz que tanto anhelas! Ojalá recuerdes que todo lo vivido son sólo pasos que nos retornan a ese Hogar Eterno al que realmente pertenecemos. No importa lo oscuro, sucio, espinoso, profundo y frío que sea el camino, si con todo el corazón lo quieres recorrer. Créeme -yo lo he comprobado-, siempre te reencuentras con tu puro brillo divino...

Recuerdo que cuando era niño lo que más temía era una imagen del diablo que descubrí en la portada de un libro del mismo título en la biblioteca de mi madre. (El Diablo, de Giovanni Papini. EE). Era una cara grotesca con grandes colmillos y unos rojos ojos que al mirarlos me aterraban tanto como me intrigaban. Esta imagen se grabó en mi subconsciente, y luego fue el canal donde encontré la negativa oscuridad en mi temprana adolescencia.

Como todo adolescente, buscaba mi propia identidad, algunas veces -no sé si inconscientemente- con desesperación… Dicen que escribir purga el alma. Así, escribiendo, limpio mi alma de toda escoria que por mí fue sembrada en ella. No tengo duda alguna de que todo lo vivido es parte de mi Plan Divino y gracias a cada experiencia soy quien soy hoy día y tengo el privilegio de poder apreciar, atesorar y compartir la Luz redescubierta. Abro las puertas de mi subconsciente y desato aquí lo que viví:

Mis amigos, como yo, también buscaban su identidad propia y juntos pretendíamos -incluso creímos haberlo conseguido-, encontrarla en el tipo de música más degradante, negativo y oscuro que pueda existir. Allí nos refugiábamos porque queríamos ser diferentes a los demás, rebelándonos -¿sin causa?- ante una sociedad que promueve los instintos carnales más que las dotes espirituales. Los tipos de música que escuchábamos eran “death metal”, “black metal” y parte del “ heavy metal”. Las letras inspiran la destrucción total de la humanidad, la mutilación de Jesús, el Cristo y actos inimaginables en una mente sana. Los mensajes negativos son tan persuasivos que te atraen a este mundo perverso de ideas sangrientas y a la adoración de un ser creado por mentes perdidas entre su propia Luz. Esta música me llevó a convertirme en alguien que yo nunca imaginé.

Todo comenzó una tarde cuando le pregunté a Neftalí: “¿Quieres ser inmortal? El simplemente me miró con una sonrisa interior. Verdaderamente no me importaba lo que pensara siempre que me acompañara hacia este negro mundo al cual yo deseaba apasionadamente penetrar en busca de mi inmortalidad. Tal vez sentía temor de adentrarme solo en este camino de charcos sin fondo y espinas sin rosas. Esa noche decidí hacer un rito satánico en el cementerio que estaba cerca de su casa. Aquí empezaron las mentiras. Le dije a mi madre que iba a pasar la noche en casa de Neftalí, tocando guitarra y escuchando música. Gracias le doy a mi madre por su confianza y por respetar mi libre albedrío, con lo cual me brindó la posibilidad de encontrarme a mi mismo.

Al pasar la media noche, Neftalí, Rojito, El Flaco y yo nos encaminamos hacia el cementerio. Nos tragamos el temor con par de botellas de Brugal y los guié por el negro sendero que conducía a las tumbas fosforescentes donde nos sentamos. Hice un pentagrama satánico con sal y puse velas en cada extremo de la estrella inversa. Me recordé de un cuadro de Jesús que mi madre tenía en la sala de nuestro hogar (hoy lo tiene en su oficina) en el que se lee: “Señor, que descubra mi soledad para luego poder colaborar contigo en la salvación del mundo”. Cambié la oración y escribí: “Padre de las tinieblas, que descubra mi soledad para poder colaborar contigo en la destrucción del mundo”. Mientras decía la oración me corté la mano izquierda con una navaja suiza que, como estaba bota, hube de presionar fuertemente en mi carne para cortarla, con lo que mi dolor aumentó. Este fue el comienzo de una secuencia de ritos… (Continuará.)


*El subconsciente es el gran animador del ser humano y está siempre listo para actuar; se ha formado por sonidos escuchados, por cosas tocadas, por objetos vistos y por sentimientos, afectivos o no, experimentados. Está constituido de todo eso que se ha leído, de todos los principios que nos han sido inculcados, sea, por ejemplo, a través del estudio o por la obligación de obedecer a una autoridad. Y es de una importancia capital para quien se deja manipular por él: trastorna la conciencia, aumenta las desgracias, embellece lo que amamos y hasta hace creer que lo negativo es positivo y que el hombre tiene miles de razones para obedecerle; convierte al hombre en mentiroso, iluminado, fatalista, a más de que provoca miedos irracionales, inquietudes, preocupaciones y esconde la luz para no dejar ver más que sombras. Aunque se podría pensar que el subconsciente es muy malo, no lo es, aunque sí refleja lo que usted ha grabado en él y lo que provoca de insólito en la conducta humana no es más que la resultante de actos insólitos o de pensamientos que usted ha grabado. El subconsciente no es malo, pero recuerda. (Un extracto, no textual, del libro “Las tres grandes preguntas del hombre: ¿qué somos? ¿Dónde estamos? Y ¿Hacía dónde vamos?, de Adela Sergerie, distribuido por el Instituto Dominicano de Ciencia Cósmica, Inc.).

domingo, 23 de septiembre de 2007

Apuntes sobre reelección

(Nota de la editora: Escribí el artículo que copio abajo en mayo de 1997, pero fue publicado el ocho de julio del mismo año, por razones cuyo enunciado no viene a cuento. Lo divulgo hoy en interés de refrescar la memoria a quienes parecen haber hecho suya la incoherencia implícita en el aserto "una cosa es con guitarra, otra con violín".)

Apuntes sobre reelección (De mi carpeta)
-Dedicado, aquí y ahora y "desde la rabia y el orgullo", a Leonel Fernández-

El presidente de la República, doctor Leonel Fernández Reyna, haría un buen servicio a su Patria -y a él mismo- si detiene, de cuajo, la campaña por su reelección que ha asomado a su alrededor, principalmente impulsada por gente de su círculo gobernante, y concentra sus energías y las de cada integrante de su gabinete, funcionarios y funcionarias en la tarea de hacer un buen gobierno, como se comprometió en la campaña electoral recién pasada.

Porque lejos de aportar a la construcción del "Nuevo Camino" que Fernández Reyna se comprometió a recorrer luego de que su partido lo postulara para optar por la presidencia de la República, los aprestos y discursos reeleccionistas en su favor, no importa de donde salgan ni quien los promueva, conspiran contra el establecimiento del clima sociopolítico imprescindible para, por lo menos, comenzar a organizar a esta Nación, tan vapuleada por quienes la han gobernado, principalmente en su pasado reciente, sobre todo los últimos 60 años, respiros aparte.

Dos argumentos fundamentales pueden ser expuestos para sostener el aserto que encabeza estas líneas: 1ero. Si Fernandez da notación -y ya la ha dado, para muchos- de estar interesado en reelegirse, sus parciales tendrían la tentación de incurrir en alguna "indelicadezas", entre ellas las de usar los recursos bajo su administración y control para promover el clientelismo político, un mal endémico en este pedazo de isla, y, 2do. Fernández Reyna, el abogado legalista, el civilista, se inscribiría, si se hace el desentendido frente al asomo de campaña reeleccionista, en la "escuela" pragmática que han instalado en este país aquellos y aquellas para quienes la Constitución -también la leyes- no es más que un "simple pedazo de papel".

Fernández Reyna, quien sin lugar a dudas tiene una misión trascendental en este país: aportar, desde el orden público, para rescatar, aunque sea mínimamente, la honradez, la dignidad, el decoro en las instituciones públicas -y por vía de consecuencia, la confianza de la gente joven, en tales valores (porque ya es poco lo que se puede hacer con los adultos maleados)-, representa, desde el poder, a mucha gente que en este país ha dedicado virtualmente toda su vida -y sus energías- a promover, más o menos coherentemente, principios fundamentales del quehacer público, verbigracia, servir al pueblo, compromiso consignado incluso en el lema del PLD: "servir al partido para servir al pueblo".

Así las cosas, como ya los peledeístas han servido a su partido -se pasaron 23 años desde la fundación del PLD haciéndolo-, les toca ahora servir al pueblo, es decir, dedicarse a trabajar, desde el gobierno, poniendo la mira única y exclusivamente, en sus responsabilidades públicas y los compromisos designados en el programa de gobierno que enarbolaron durante la campaña electoral del año pasado.

Quienes andan hablando de reelección -llámese Danilo Medina o Patroclo Epicúreo, en consecuencia-, distraen energias que pueden dedicar a otros asuntos, como evitar, por ejemplo, que se pague a periodistas para ofrecer asesorías para las cuales los más ni siquiera califican rupestremente, y dan argumentos a las fuerzas opositoras para boicotear las iniciativas del Poder Ejecutivo, mayormente las que precisan la aprobación del Congreso Nacional, dominado por dos partidos políticos que se han repartido la administación del Estado en los últimos 30 años: 22 los reformistas y 8 los perredeístas, con los resultados conocidos por todos y todas aquí.
Amén de las tareas que debe ejecutar para hacer un buen gobierno, la administración encabezada por el otrora considerado "muchachito" -el término lo acuñó el líder perredeísta doctor José Francisco Peña Gómez, en la campaña electoral pasada-, y hoy presidente constitucional de la República, tiene la grandísima responsabilidad de rescatar el respeto que se merece la vapuleadísima Carta Sustantiva.

Siquiera pensar en modificar la Constitución aprobada a vapor en 1994 para anular la prohibición de la reelección -a fin de posibilitar que Fernández se repostule en el 2000- luce un desatino incontrolado, hijo, probablemente, de la tendencia -tan acentuada entre quienes escalan el poder público- a variar las formas de razonar hasta puntos tales como para querer convencer a cualquiera de que dos y dos son cinco.

Como ha postulado más de un jurista de este pedazo de tierra, cualquier reforma a la Constitución de la República debe ser fruto de una Asamblea Constituyente.

Y tal como ha dicho el Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, doctor César Pina Toribio, en declaraciones a la redactora Fior Gil, de Hoy, se debe abrir un gran debate nacional -el PLD se ha propuesto esa tarea, confió el mismo- "...con la participación de todos los sectores organizados del país, a fin de elaborar una agenda para la modificación constitucional. Es decir, que discutamos en todos los escenarios posibles cuáles son las modificaciones, las innovaciones necesarias y las orientaciones para discutir y ver opciones de reflexión profunda pero serena y luego proceder a la convocatoria de una Asamblea Constituyente".

"Es importantísimo -sostiene Pina Toribio- que la reforma constitucional sea el resultado de un órgano especialmente concebido y estructurado para ese fin y que no tenga ningún otro propósito y que permita que el país todo quede bien representado de forma que esa reforma tenga la más alta calificación posible".

Reformar procedimiento

En adición a las secuelas negativas que generalmente dejan las improvisaciones y la prisa en cualquier quehacer, una tarea tan delicada y trascendental como la de modificar la Carta Magna de un país debe ser encaminada con gran mesura y debe ser el producto, tal como ha expuesto Pina Toribio, "...de reflexión profunda, pero serena...".

El primer paso para proceder a modificar la Constitución debe ser variar el mecanismo consagrado en ella misma para su reforma, específicamente en su título XIII, artículos 116 al 120.

De acuerdo al artículo 116 del texto constitucional, la "...Constitución podrá ser reformada si la proporción (sic) de la reforma se presenta en el Congreso Nacional con el apoyo de la tercera parte de los miembros de una u otra Cámara o si es sostenida por el Poder Ejecutivo". (Aunque en este texto se habla de proporción, este termino no es correcto. Sin ninguna duda por la prisa con que se hizo la reforma constitucional, donde debió escribirse propuesta o un sinónimo, se escribió proporción).

"La necesidad de la reforma -establece el artículo 117- se declarará por una ley, que no podrá ser observada por el Poder Ejecutivo, ordenará la reunión de la Asamblea Nacional, determinará el objeto de la reforma e indicará los artículos de la Constitución en los que versará".

El artículo 118 dispone que "para resolver acerca de las reformas propuestas, la Asamblea Nacional se reunirá dentro de los quince días siguientes a la publicación de la ley que declare la necesidad de la reforma, con la presencia de más de la mitad de los miembros de cada una de las cámaras. Una vez votadas y proclamadas las reformas por la Asamblea Nacional, la Constitución será publicada íntegramente con los textos reformados. Por excepción de lo dispuesto en el artículo 27, las decisiones se tomarán por la mayoría de las dos terceras partes de los votos".

"Ninguna reforma -consagra el artículo 119- podrá versar sobre la forma de gobierno, que deberá ser siempre civil, republicano, democrático y representativo".

Y el 120 establece que "la reforma de la Constitución sólo podrá hacerse en la forma que indica ella misma, y no podrá jamás ser suspendida ni anulada por ningún poder ni autoridad ni tampoco por aclamaciones populares".

Así las cosas, proponer hoy que se modifique la Constitución y hacerlo desde una perspectiva reeleccionista, no sólo es extemporáneo, sino que parece obedecer al interés de quienes, una vez saborean las "delicias" del poder, se enamoran de tal manera de él que hasta olvidan sus "principios", tanto como para tragarse sus propios discursos.

Como declarara la licenciada Aura Celeste Fernandez, entonces jueza de la Junta Central Electoral, en entrevista exclusiva para El Siglo, el primer paso con miras a modificar la Constitución debe ser reformar el mecanismo que ella establece para hacerlo, a fin de consagrar la Asamblea Constituyente, a favor de la cual se han pronunciado varios políticos e investigadores, entre ellos el mismo presidente Fernández, el líder del PRD, doctor José Francisco Peña Gómez y Luis Gomez, coordinador general de un equipo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo que impulsa un programa de revisión de la Carta Magna, en el que se incluye un componente de educación cívica de la personas.

A más de procurar la consagración de la Asamblea Constituyente, para considerar cualquier propuesta de modificar la carta magna procede, como han planteado Peña Gómez y Luis Gómez, la celebración de un plesbícito o referéndum para que la ciudadanía pueda expresar su punto de vista en esta cuestión tan espinosa y delicada.

Sin embargo, como también lo resaltó la licenciada Fernández en la entrevista citada, este país no está en condiciones en estos momentos para realizar ninguna reforma constitucional.

Aunque en la República Dominicana no hay estado de guerra, de alarma, de excepción ni de sitio, situaciones en que jurídicamente se desaconseja iniciar la reforma constitucional, cualquier persona mínimamente sensata debería reconocer que la actual situación nacional -carencia de un auténtico régimen de derecho, problemas socioeconómicos a granel, una gestión gubernamental que apenas se inicia y a unas elecciones congresionales y municipales a la vuelta de la esquina- no es el mejor tiempo para emprender una tarea tan delicada como la objeto de este análisis.

Así, si de veras piensa en el manoseado interés nacional, los reeleccionistas de nuevo cuño deben abandonar su virtual campaña y dedicarse a justificar los salarios, jugosos, por demás, que reciben de los bolsillos de ciudadanía.



sábado, 8 de septiembre de 2007

Desde un vientre de mujer madre...

(Nota de la editora: Escribí el texto que copio abajo hacia 1995 y fue publicado en el desaparecido diario El Siglo, donde entonces laboraba. El 22 de agosto recién pasado lo leí, aunque no completo por escasez de tiempo, en la vista pública celebrada entonces por la comisión de la Cámara de Diputados encargada de estudiar modificaciones al Código Penal. En la oportunidad, una de las sectas cristianas institucionalizadas -vaya usted a saber de cuál de las denominaciones- montó frente al Congreso Nacional un espectáculo de marketing del terror como uno de sus "argumentos" para oponerse a la demanda -porque de eso se trata- de grupos de mujeres feministas y de ciudadanas y ciudadanos, incluso médicos, que reclaman que nadie se meta en el cuerpo de la mujer, espacio sagrado en el que sólo cabe Dios. Y clamando por el derecho a la vida de las mujeres marginadas obligadas a abortar en condiciones peligrosísimas para su integridad personal, mientras las damas de la alta y media sociedad podemos hacerlo -lo de "podemos hacerlo" asúmase como una metáfora porque ya agoté mi ciclo biológico reproductivo-. Nuevamente la iglesia oficial de República Dominicana, la Católica, por boca de su jefe López Rodríguez, insiste en mterse en la libertad personal. Se harían un buen servicio a sí mismos, a sus iglesias y a las y los jóvenes si se ocupan de sus capillas y de los dormitorios de sus curas, sacerdotes y pastores. Ninguna mujer, excepciones aparte (si es que las hay), quiere abortar por abortar, como un deporte. Y mucho menos en centros carentes de asepsia, como son la mayoría de aquellos en los que se hacen abortos las mujeres marginadas. Con tantos problemas que hay aquí, allá y acullá, los seudos representantes de Dios persisten en vulnerar el libre albedrío, metiéndose en la vida privada ajena, mientras descuidan sus propios templos y no acaban de enterarse de las barbaridades de todo tipo que se dan en esta injustísima sociedad. Y tampoco se animan a ir a fajarse a los barrios a "bajar el lomo" ejecutando proyectos de desarrollo comunitario. No. Porque perder el confort de los ambientes de la buena mesa, buenos vinos, acondicionadores de aire y vehículos de lujo a que están acostumbrados -!cuán diferentes a la vida de Cristo¡- podría inducirles a delinquir, no para preservar comodidades, sino para conseguir "las tres calientes", como deben hacer muchos de los "delincuentes callejeros". Porque en los palacios, la impunidad campea hace añales... Y nadie osa iniciar un "intercambio de disparos".
Las cifras que cito están desactualizadas; hoy las estadísticas son más elevadas).

Desde un vientre...

Sé, porque conozco las estadísticas, que en este país de cada 100 embarazos, 48 no son deseados y de éstos, 28 terminan en abortos, en abortos inducidos, es decir, en interrupción voluntaria de un embarazo por “decisión” de la mujer preñada. A veces, también sé, la “decisión” no es de la mujer, sino del hombre con quien tuvo la relación que terminó en embarazo y quien opta por ese “crimen” para “salvar” su matrimonio, en unos casos, y, en otros, porque sencillamente no quiere tener “un hijo de la calle”.

Recientemente conocí datos de una investigación realizada en seis países de América Latina y El Caribe por el Instituto Alan Guttmacher (1994), según los cuales en esta nación se practican 82,000 abortos inducidos cada año. Y que unas 16,500 de las mujeres que abortan son hospitalizadas cada año por complicaciones secuelas de tales abortos y que otras 10,000 también experimentan complicaciones, pero no son internadas.

Se trata, en un altísimo porcentaje, de mujeres de la población pobre, quienes abortan en condiciones carentes de asepsia y/o mediante métodos tan “especiales”, como la toma de brebajes potencialmente dañinos para la salud o la introducción de un alambre en la vagina.

También sé, porque vivo en este país y tengo oídos para oír y ojos para ver, que otras muchas mujeres (no sé cuántas porque hay absoluta discreción en esta cuestión), que muchas otras mujeres abortan sin exponerse virtualmente a riesgo alguno. Porque tienen el dinero suficiente para pagar el aborto a un buen médico, en una buena clínica. Y hasta para comprar el silencio de la autoridad si eventualmente son descubiertas en esta infracción penal.

No sé, porque no soy Dios, sino una criatura humana limitada, falible, por tanto (tengo la convicción de que no hay criaturas humanas infalibles, por más que haya quienes se crean tales, con resultados tan negativos para la humanidad como los que rodearon la Inquisición). Tampoco sé cuándo en realidad se inicia la vida humana en el útero de una mujer. ¿Cuándo óvulo y espermatozoide se juntan? ¿A partir de las 18 semanas de la fecundación? ¿Cuándo el alma, el espíritu, se adentra en el feto? No tengo respuesta contundente, aunque me inclino por la tesis de que la vida humana comienza a incubarse a partir de los dos meses del embarazo, y que cuaja cabalmente cuando el feto sale del vientre de la mujer. Porque la hominización, es decir, la infusión del alma en el cuerpo se produce entonces y sólo entonces, desde mi punto de vista, que no es de mi propia factura, pero que asumo porque creo fervientemente en la fuente donde obtuve el dato*.

También sé, con absoluta certeza, que las mujeres –y los hombres- que en este país defienden los derechos reproductivos de la mujer, no son criminales. Al contrario, son gente, casi todas y todos, amantes de la justicia, de la solidaridad, del amor, de la vida, la propia y la ajena, y preocupados, altamente preocupadas, por la suerte de las mayorías marginadas. No con discursos, sino con hechos, porque han dedicado gran parte de sus vidas a trabajar, en barrios, pueblos, cañadas y caseríos, por el crecimiento y la promoción personal y social de los de abajo. Aunque no vayan a ninguna iglesia, creo que llevan a Dios en las entrañas, en el corazón, en la sonrisa y hasta en las lágrimas.

Los que juzgan como criminales a quienes defienden los derechos reproductivos de las mujeres se creen, desde mi punto de vista, más poderosos que el mismo Dios y hasta se ufanan de representarles en esta Tierra, y juzgan sin misericordia y con una gran carga de injusticia –misericordia y justicia son virtudes cristianas- a quienes simplemente buscan, con su defensa de estos derechos, proteger la vida de cientos, de miles de mujeres, que mueren cada año en este país y en otros muchos de esta América nuestra, principalmente, a consecuencia de un intento o de un aborto inducido.

Decir que quienes buscan la despenalización del aborto, no del inducido, sino del terapéutico (en ninguna discusión se ha planteado, en el presente, en este país, la cuestión del aborto inducido), constituye un paralogismo. Porque en el Código de Salud no se plantea cuestión alguna sobre el aborto. Y eso lo saben, presumo, quienes han formado toda esta alharaca para llamar criminales a quienes, sencillamente, aspiran a que se reconozcan derechos que son sólo de mujeres, los derechos reproductivos, cuya importancia y trascendencia pueden ser entendidas sólo por una mujer o por aquellos hombres dotados de una altísima capacidad de empatía.

Como también deben saber, a menos que -¡vaya usted a saber por cuales razones!-, se hagan los tontos, que el Código Penal, en su artículo 317, castiga severísimamente , a quienes practiquen un aborto inducido, a los eventuales cómplices e, incluso, a quien se limite a informar a una mujer donde puede hacerse un aborto.

Es decir que el afán de consagrar en una ley adjetiva un derecho humano sustantivo, reconocido, por tanto, en la Constitución de la República y en convenciones internacionales, como la declaración universal de los derechos de las personas, ratificadas por este país y por todas las naciones de la tierra, parecen, a mis ojos y mi raciocinio, interesados en propósitos “moralistas”.
Ojalá, es mi deseo, que todas estas energías se dediquen a, por ejemplo, impulsar una “cruzada” para conseguir una sociedad más justa, para lo cual, estimo, debe insistirse en luchar contra la injustísima repartición de las riquezas. Porque -¿acaso no se han enterado?-, las injusticias prevalecientes en esta sociedad están entre las razones de peso que inducen a muchas, a muchísimas mujeres, a hacerse un aborto. Y a sentirse culpables, al ser “castigadas” por la “moralina” de nuestras sociedades, incluídas sus iglesias de todas las creencias, matices y profetas seudo “representantes” de Dios y voceros de Cristo.


*La fuente a la que aludo fue uno de los facilitadores del Instituto Dominicano de Ciencia Cósmica, Inc., donde inicié, hace unos trece años, estudios que me permitieron encontrarme conmigo, es decir, descubrir al Dios-Diosa que soy, como es cada criatura humana. Gracias a tales estudios, es decir, a Dios, estoy viva por cuanto he descubierto de cuántas cosas soy capaz si me dejo guiar por las energías divinas. Y nada me arredra ni me conturba, aunque -les confieso- a veces me provocan rabia los comportamientos de muchas personas, principalmente de la "élites" ¿gobernantes?, pero como son mis hermanas y hermanos humanos, incluso el locuaz y prepotente Cardenal, procuro entenderles... Se tratan, estos estudios, de la Ciencia Cósmica, cuya definición y alcances compartí en un texto anterior, editado por el mismo Instituto y que compartí contigo).

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Amarse es aceptarse... Y crecer (y IV)

Aunque tal vez te resulte risible por increíble, las energías divinas tienen capacidades inéditas para el común de la gente. Con su poder inconmensurable, podemos prevenir y curar enfermedades, tanto las de la carne como las del alma. Yo no tengo ninguna duda, mayormente desde que usándolas, incluso desafiando las recomendaciones y tratamientos de la ciencia ortodoxa, logré curar el síndrome situacional del adulto que me diagnosticara el siquiatra César Mella -¡oh, los inefables siquiatras!- cuando experimenté, en noviembre de 1995, la fugaz crisis de pérdida de la noción de realidad que ese médico etiquetó con el citado nombre.

Desde mi punto de vista, tus enfermedades recurrentes, tus dolores de cabeza repetidos, tus insatisfacciones existenciales, tus quejas, tus amarguras, son producto de inadecuada utilización de las energías. Me explico: acostumbras a invertir energías en ejercicios fútiles, como, por ejemplo, conversando acerca de usos, costumbres y debilidades de terceras personas. Como bien sabes, hay que respetar el grado de evolución de la gente, no juzgar comportamientos ajenos y ser comprensiva de todas las conductas humanas, por más hirientes, indeseables, inhumanas, criminales y aberrantes que nos luzcan o sean. Porque ni siquiera Dios, quien todo lo puede, osa juzgar a sus hijos e hijas ni obligarles a llevar una vida totalmente virtuosa. No, la Divinidad deja que actuemos de acuerdo a los imperativos de nuestra propia alma y nunca invade la esfera del libre albedrío de que fuimos dotadas y dotados.

Del mismo modo, tiendes, frecuentemente, a decir mentiras, pendejas, por demás, tal vez en ánimo de salvar situaciones cuyo reconocimiento y aceptación resultarían desagradables o incómodas para tí o para otras personas. Y, asimismo, tiendes a canalizar energías en planes que no ejecutas como tú misma has decidido. Al respecto te ilustro con una experiencia que viví contigo el mismo día en que fuimos de tienda. Recordarás que en la tarde, por decisión personal, conviniste conmigo en ir a la iglesia donde predica el padre Tardif, para, al final, echar a un lado tanto tu plan como el mío. Si no lo sabes, desde que tomamos una decisión, canalizamos energía. Si no ejecutamos lo que decidimos, la energía canalizada se pierde, se dispersa y nos enmaraña el aura, a tal punto que afecta nuestro equilibrio orgánico, espiritual y emocional, provocándonos enfermedades en el cuerpo y en el alma. Así las cosas, te sugiero, con todo respeto que no planifiques acción alguna a menos que tengas certeza absoluta de que la ejecutarás. No es que nos convirtamos en máquina. No.

De lo que se trata es de ponderar, planificar adecuadamente nuestros pasos, no perder tiempo en naderías ni en banalidades. En fin, utilizar nuestras energías vitales, divinas, para cultivar propósitos superiores, aunque con suficientes sencillez, benevolencia y capacidad de comprensión y de perdón como para aceptarnos en nuestras debilidades, defectos y fallos. Porque no somos diosas para ser perfectas -si tales fuésemos, no estuviéramos encarnadas en este ropaje humano-, aunque sí estamos compelidas a cumplir nuestras tareas existenciales, caminando siempre hacia propósitos cada vez más elevados, hasta el día en que regresemos a nuestro origen, al seno de la Divinidad, a la Isla Central -el paraiso, para las religiones-, donde "residen" las tres energías primarias, materia inicial de todo cuanto existe y existirá por los siglos de los siglos, porque la creación de Dios es infinita, como él, y, por tanto, nunca terminará.

Bien sabes, porque no soy dada a disimular mis sentimientos ni mis pensamientos, que te quiero mucho y que he procurado ser tu amiga. Pero tú, en cambio, me luces reticente frente a este propósito. Por qué no abres tu corazón, tus palabras y tus pensamientos para el cultivo y crecimiento de una amistad auténtica, en razón de que donde no hay franqueza y verdad es imposible construir ese valor tan inapreciable de que nos habla Hall.

Y en cuanto a tus relaciones primarias, madre-hijas-hijo, esposa-esposo, amigos y amigas, tengo algunos comentarios. Pienso que debes aceptar tus realidades tal cual existen o, pura y simplemente, organizar lo que debe ser organizado, enmendar lo que debe ser enmendado y romper lo que debe ser roto, no importa cuáles cosas dejes en el camino, todo en aras de tu propia felicidad, que, sin ninguna duda, no conseguirás sacrificando los efluvios de tu alma a cambio de materialidades intrascendentes, por más llevadera y cómoda que tales materialidades nos hagan la vida propia y la de nuestras familias. No te estoy dictando fórmulas ni mucho menos dándote consejos para la acción. No, lejos estoy de creerme dueña de todas las verdades ni mucho menos calificada para hacer de pontífice. Mi deseo es menos pretencioso: Aspiro únicamente a acercarme a tu conciencia para que despiertes a una vida plena, en la que tú seas tu propia ama y señora, claro sin olvidar -las mujeres, contadísimas excepciones aparte, nunca lo hacemos- tus responsabilidades personales y familiares, pero sí convencida de que nadie más que tú tiene derecho a escoger el destino personal.

"Con el tiempo aprendí la sutil diferencia que existe entre tomar la mano de alguien y encadenar el alma", escribió alguien hace ya mucho tiempo. Yo conozco también esa sutil diferencia, porque en mi propia vida he conocido gente que me ha amado, me ha querido, pero con amor posesivo y, por tanto, con falso amor. Porque ningún amor verdadero encadena el alma; al contrario el amor auténtico es liberador, respetuoso de las urgencias y necesidades del sujeto amado. Por eso, quien ama de veras toma la mano de quien ama, pero no le encadena el alma, sino que la deja volar, expresarse, caminar hacia el Infinito, Dios, a sus propios pasos, con sus propias potencialidades, deseos y capacidades. Yo deseo, vehementemente, darte mi mano, ayudarte a crecer, aunque sé, con absoluta certeza, que cada ser humano es el único arquitecto de su propio destino, a pesar de que, como sostiene el Budismo, hay maestros, pero sólo cuando el alumno o la alumna está preparada aparece el maestro. Ni antes ni después, sino en el instante preciso. Así, espero cumplir exitosamente el rol de pinche tirano que me has atribuído. Si así debe ser, así será. Porque todo tiene su tiempo y su espacio. Menos la Eternidad.