domingo, 2 de septiembre de 2007

Torres derrumbadas y Estulticia humana

Torres derrumbadas...

Han caído tantas torres
Se han desplomado tantos amores
Y tantos dolores han dejado marcas,
cicatrices, sonrisas y caricias.
Tanto y tanto retornar, volver y seguir.

La Eternidad sentada al lado del rocío
viendo mi alma caminar,
a veces trotar, ora correr.
El equilibrio, indetenible,
las muecas, infalibles, impenetrables.

Y el animal humano, impertérrito
ausente, vacío, risueño.
El viento, inmutable, leve
Dulzón en sus caricias para mis pensamientos
Mis ideas dolidas,
ansiosas, a veces
pugnando por asaltar las neuronas ajenas
A veces parecen cansarse, pero persisten.
Huelen a eternidad
saliendo de este mi cerebro anciano
Y yo mirando, observando, comprendiendo
Urgida de empatía, en ocasiones.
Siempre, siempre, abierta a insondabilidades.
Aguardando primaveras y sorpresas
Presta a verdades viejas y nuevas
A dolores presentidos, resentidos.
A tus violencias vividas y a sus huellas
dolorosas, calcinantes, mordientes,
Y enseñantes.
Capaces, en sus cicatrices, de curar y de curarte.
Fragua de virtudes
Crisol paradisíaco
Hacedor de hombres y mujeres excelsos,
Intocados, vírgenes,
Como tú en tus esperas
Y en tus rabias.


3:00 pm. 24 de octubre 2001, en Brooklyn,

días después del derrumbe
de Las Torres Gemelas.


Estulticia humana


Ah, estulticia humana.
hasta cuándo.
Entenderás, alguna vez, el sentido de tu
trascendencia, el proposito de este viaje.
Por qué empeñarte en continuar
saltando los mismos obstáculos,
diciendo las mismas mentiras.

Por qué persistir en estupideces ancestrales
Acaso aprenderás, animal humano, alguna vez
las lecciones de tu historia.
Desde aquella vez en que te hiciste erectus
Y comenzaste a usar las manos.
Qué has hecho con tus neuronas
para qué las usas.
Capaces de desafiar leyes
Y de violarlas, incluso a tu propia cuenta y daño.
Las entrenaras, alguna vez, para penetrar insondabilidades
Y montarte en las alas de una gaviota
para trotar en su vuelo.
(Noviembre, 2001, Brooklyn).