miércoles, 2 de septiembre de 2009

El 666 no representa bestia alguna

Nota de la editora: Copio abajo varios párrafos de mi segundo libro: "Denuncias y anuncio", contenidos en los capítulos referidos al anuncio que recojo en esta obra, que no es otro que el inminente "reinado" de Jesucristo, en sus criaturas volitivas, seres creadores y creadoras, similares a Él, pero con menos capacidades que el Maestro. Fin del mundo, dice gente de las iglesias. Sólo que el mundo no termina, sino que vive de cambio en cambio, en esta evolución terrenal.

En el texto sagrado del Cristianismo tradicional, aparecen también otras informaciones inexactas, por a misma causa enunciada. Así, en El Apocalipsis
-apocalipsis significa buena noticia, en la lengua griega-, escrito por el profeta Juan, se afirma que el 666 es el número de "la bestia", el Anti-Cristo, como se lee en el versículo 18 del capítulo 13 del citado libro: "Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis".

En realidad, el seis es el número patrón de la creación, porque Dios vibra a siete septillones por segundos, vibración muy alta para crear materia, razón por la cual cuando la Divinidad "se puso a pensar" para crear (de alguna manera, aunque luzca herética, deber ser enunciada la decisión de iniciar la creación) bajó sus vibraciones a seis septillones.

Y como explica uno de los tantos profesores que he tenido en esta vida, el 666 resulta de la combinación de tres seis: el seis, de la energía roja, la esencia de la Divinidad, del Creador; el seis de la energía amarilla, la del Hijo Creador (Cristo en nuestro Universo), que representa el movimiento, y el seis de la energía del Espíritu Infinito, de la vida, que es la energía en movimiento.


Seiscientos sesenta y seis es el signo que se acerca a la perfección en la cosmogonía cósmica. Los tres números finales de la cifra -666- aparecen como el número de "la bestia" porque el evangelista Juan decodificó incorrectamente, como dije antes, la comunicación con las entidades divinas. Tal número se forma, además, de los tres últimos dígitos del número del planeta Tierra -5,342,482,337,666- en los archivos cósmicos del Universo del que formamos parte.

Asimismo, el profeta Juan erró al interpretar las revelaciones divinas por cuanto entendió que había visto el Jardín del Edén cuando la visión que tuvo fue de Jerusem, la capital de Satania, sistema en el que se encuentra nuestro planeta.

Al decodificar las mismas revelaciones citadas, el evangelista cometió otro error: cuando tuvo la visión de las entidades divinas responsables de los cuatro puntos cardinales, creyó -y así escribió- que se trataba de "los cuatro jinetes de El Apocalipsis" de los que él mismo habla en el texto bíblico.

Por fallas humanas -tantas hemos cometido que ellas han servido de insumo para sesudas y gruesas obras escritas por intelectuales, entre las que resalto, por sintética, pero no por eso menos sesuda, "La historia de la estupidez humana", de Paul Tabori, quien me ilustró sobremanera, por su puesta en contexto, acerca de los errores, desaciertos, tonterías y atrocidades de nuestros congéneres-, por fallas humanas, repito, ha llegado hasta nuestros días (aún hay gente que la acepta, pese a su ilogicidad), la versión del diluvio universal y la famosísima arca de Noé, quien la habría construído por orden de Jehová para poder sobrevivir a las inundaciones producto del diluvio.

Según la versión bíblica, Noé -y su familia (ocho personas, en total)- debió introducir en el arca una pareja de cada especie de animales y permanecer en su interior, sin abrir ventana alguna, por "cuarenta días y cuarenta noches". Tantos animales juntos -me dice el raciocinio lógico-, por tanto tiempo y sin ninguna ventilación, habrían generado una tal cantidad de heces fecales para producir gas metano en cantidades más que suficientes para provocar la muerte, por asfixia, a cuanta gente y animales había en la embarcación.

La misma lógica provoca una interrogante: ¿Dónde consiguió Noé animales como el oso polar, la jirafa, el pingüino y el tigre de bengala, para citar algunas especies ajenas a la fauna de su tierra.


Otros errores son atribuíbles a las traducciones que históricamente han sido hechas a La Biblia, en hebreo, arameo y griego, y luego las realizadas modernamente en casi todos los idiomas planetarios. A más de las incorrecciones que pueden presentarse por la polisemia característica de las lenguas, recuérdese el aserto que nos dice que traducir es traicionar.

Así, ancestralmente hemos tenido perfiles diversos acerca de la Divinidad, de Dios, pero ahora, cuando la Ciencia ortodoxa penetra cada vez más las insondabilidades de la creación divina, se han roto muchos de los mitos creados por nuestros errores e ignorancia, como aquel de que fuimos hechos y hechas del barro y de una costilla humana, respectivamente.

Con todo y que "El Libro de Urantia" tiene errores, en él se encuentran las primeras nociones (no son, propiamente, Ciencia Cósmica) llegadas a este planeta -hasta donde alcanza mi conocimiento- comunicadas por la Omnisciencia y otras memorias en los tiempos modernos. Los textos de la canadiense Adela T. Sergiere, en quien encarnó la misma alma que tomó el primer soporte (cuerpo físico) en todos los planetas habitados de nuestro Cosmos, y, por tanto, un alma autónoma, precósmica, dotada de un Siquismo libre de escorias, por lo cual su decodificación de los textos de la Omnisciencia carece de errores y es a partir de su conocimiento que comenzó la construcción de las bases teóricas de la Ciencia Cósmica.
Teilhard de Chardin, el jesuita silenciado, como me gusta llamarle, dio en el centro de la diana en sus investigaciones científicas y sus reflexiones filosófico-espirituales.

Una respuesta pertinente del juez Rafael Ciprián a Subero Isa

Nota de la editora. Abajo, copia de la carta enviada por el juez Ciprián a Subero Isa, a propósito de unas declaraciones formuladas por este magistrado en la que cuestiona a quienes favorecen la creación de un Tribunal de Garantías Constitucionales o Sala Constitucional. La misiva no tiene desperdicio. Lean, por favor... Gracias, Maribel Núñez por compartirla.
Santo Domingo, D. N.
28 de agosto de 2009.

AL : DR. JORGE A. SUBERO ISA,
Presidente de la Suprema Corte de Justicia (SCJ), y demás honorables jueces que integran el Pleno de ese alto Tribunal.

DE : RAFAEL CIPRIÁN, juez del Tribunal Superior de Tierras, Dpto. Central, y Ciudadano.

VÍA : Mensajería de la Jurisdicción Inmobiliaria

ASUNTO : UNA RESPUESTA PERTINENTE.

Honorables Magistrados:

En mi condición de ferviente defensor de la creación en nuestro país de un Tribunal de Garantías Constitucionales o Sala Constitucional, con la condición de que ésta sea independiente y especializada, así como por mi condición de Juez, por convicciones y principios jurídicos, ciudadanos y patrióticos, y por amor al Pueblo, me veo en la necesidad de dirigirles la presente para dejar bien claro algunos aspectos muy peligrosos.

Para justificar la acérrima oposición al establecimiento de la Jurisdicción constitucional, el Magistrado Subero Isa, como vocero del Pleno de la SCJ, en diversas ocasiones declaró públicamente, y la prensa nacional lo recoge, que los que apoyamos la creación del Tribunal Constitucional lo hacemos, en síntesis, para revisar y anular las sentencias de extradición y las que condenaron a los banqueros. También para desmembrar a la SCJ. Según esos criterios, somos defensores de la criminalidad y de la desinstitucionalidad. Nada más falso y peligroso. Lástima que el debate descienda a esos graves niveles.

Si pretendemos revocar sentencias de extradición, entonces apoyamos al narcotráfico y otros horrendos crímenes presuntamente cometidos en Estados Unidos de América (EUA). El Departamento de Estado norteamericano, sus consulados y embajadas, nos pondrán en una lista negra de enemigos, con todas las consecuencias que sabemos. La injusta situación de Narciso Isa Conde sería una simpleza frente a la nuestra. Nuestra familia corre un serio riesgo con esa tipificación. Más lamentable que eso sólo sería el odio del Pueblo.

Si queremos revocar las sentencias que condenaron a los banqueros, somos también indeseables para EUA. Nadie ignora que presionaron para que las condenas se produjeran. Y como esos banqueros están condenados por crímenes, somos cómplices de criminales, por acción u omisión. Garrafal error.
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Y si deseamos desmembrar a la SCJ, somos enemigos de la institucionalidad, la seguridad jurídica y el orden. Otra equivocación. El Tribunal Constitucional salvará a la SCJ de los escándalos que le ocasionan los asuntos constitucionales, fallados y pendientes de solución. El Tribunal Constitucional, como verdadero guardián de la Carta Magna y los derechos fundamentales, fortalecerá la institucionalidad, la seguridad jurídica y el orden. Así ha pasado en todos los países donde existe esa Jurisdicción. No seremos diferentes. Comprendemos su sentir y motivaciones al defender una posición que la comunidad jurídica consciente rechaza y que perjudica al pueblo. Conforme una encuesta informal que hicimos, más del 90% de los jueces apoya el Tribunal Constitucional. Pero los jueces no se pronuncian por miedo a las persecuciones, marginaciones y atropellos que muchos hemos sufrido en la Judicatura, y por temor a la destitución del cargo de Juez. No comparto esa clase de “prudencia” cuando hay que actuar a favor de una causa justa. El suscrito, como Uds. saben, es capacitador en la Escuela Nacional de la Judicatura y les ha impartido múltiples seminarios sobre temas constitucionales a los jueces, como en las universidades en que es catedrático; es autor de varios libros de Derecho Constitucional y mantiene su Despacho al día, sin Mora Judicial ni nada pendiente, mes por mes y año por año. Esto es una excepción en el Poder Judicial. Todos los años obtiene la máxima calificación de excelente en la evaluación, dada por Uds. Ese es un mérito y un aporte a la seguridad jurídica, a la institucionalidad y al orden. Buscamos fortalecer esos valores con el Tribunal Constitucional. Todo lo respondemos y aclaramos con respeto y en ejercicio pleno de nuestros derechos ciudadanos, amparados por la Constitución, que debemos respetar.

Esperando que nadie se confunda con los errores que hemos aclarado, quedamos de Uds., Honorables Magistrados, reiterándoles nuestros altos sentimientos de consideración y afectos.

Muy atentamente,
RAFAEL CIPRIÁN.
RC.SC.
C.C.: A quienes pueda interesar.