miércoles, 19 de agosto de 2009

Juanes: "El problema que planteamos no es cubano, sino humano"

Nota de la editora: Copio abajo el texto de una entrevista hecha al cantante Juanes en el periódico español El País.

Por Iker Seisdedos
elpais.com | 19-08-2009

El cantante colombiano Juanes (1972) vive en el centro de un huracán político musical desde que anunció que encabezaría el 20 de septiembre en La Habana un concierto que, junto al español Miguel Bosé, ha titulado Paz sin Fronteras. En realidad es el último de una serie de recitales que comenzó ante cien mil personas en marzo de 2008 Cúcuta (Colombia) para terciar en un rifirrafe diplomático entre Colombia, Ecuador y Venezuela. El exilio cubano en Miami se rebela contra lo que consideran un intolerable gesto de legitimación castrista. Sus detractores queman discos de Juanes en las calles. Y el artista denuncia agresiones contra él y su mujer, embarazada de ocho meses; graba una canción sobre Cuba para su próximo trabajo y sigue prometiendo un "concierto blanco": "Vamos a tocar por la paz y por el amor", explicó anoche por teléfono desde su casa en Miami.

Pregunta. Defina qué es un concierto blanco. ¿No peca de ingenuo?

Respuesta. No veo qué tiene de malo. Hemos montado un concierto sin colores políticos. Es en la plaza de la Revolución, un sitio complejo, sin duda. Un gran símbolo que unos adoran y otros aborrecen. Sigo convencido de que el arte tiene un papel en la construcción de la paz. Y el problema que nosotros planteamos no es cubano, sino humano. A mí no me interesa el gobierno de Cuba. Me interesan las personas, los jóvenes...

P. ¿Esperaban la bronca?

R. Desde el primer momento. Vivo en Miami desde hace mucho tiempo. Y así lo estamos asumiendo.

P. Buscaban la confrontación...

R. En ningún caso. ¿Qué problema le ve a tocar en La Habana un concierto? Yo, ninguno. Es un país de 11 millones de personas que está aislado por razones políticas, históricas. Y eso no puede seguir así. Decidimos movilizar a un grupo de artistas, fuimos a Washington, nos entrevistamos con Hillary Clinton y nos dijeron que les parecía maravilloso. En Cuba también estaban de acuerdo. Comenzamos a armar el equipo y algunos de los artistas que se sumaron al principio después dieron un paso atrás, por las razones que fueran...

P. Enrique Iglesias, Ricky Martin... ¿Les reprocha su decisión?

R. Lo respeto. Vivo en Miami, sé cómo es esto.

P. ¿Cómo es el exilio de Miami?

R. Hay tres generaciones, la joven, la intermedia y la del primer exilio. No es todo el exilio el que está en contra, es sólo un sector. Y el más radical no está en contra de Miguel [Bosé] ni de Juanes, sino de cualquier actividad con Cuba. Y yo digo, dejemos a un lado el tema político. Estoy harto de preguntar a la gente si es musulmana, gay, cubana o venezolana.

P. Se asume que usted apoya al régimen de Álvaro Uribe...

R. Se me ha acusado de apoyar a Uribe y ahora de ser guerrillero. Creo que Uribe es un presidente históricamente necesario. Y le estoy agradecido como colombiano.

P. ¿Y castrista?

R. No estoy ni con Castro ni con Uribe. Cuba es un país de personas. ¿Por qué puedo ir a España y no cantarle a su presidente y si voy a Cuba estoy cantando a Castro? Como ustedes han sufrido a ETA, los colombianos hemos padecido a las FARC. Yo he perdido amigos. Cualquier puerta a la que llame en Medellín esconde una historia de violencia. En mi país hay libertad, pero no paz. Me critican que canto por la paz en La Habana, cuando no hay libertad... Hay que mirar más allá... Déjennos cantar.

P. Habla de ataques, de agresiones... ¿Los sufre?

R. Están continuamente criticando en la televisión. Pero también sales a la calle y la gente te anima. Muchos sienten Cuba como una isla encerrada en la que no entra aire. Ese aire tiene que entrar con la música. Entiendo que el dolor del exilio es muy tenaz. No puede meterse uno a discutirlo. Créame que lo respetamos. Pero hay que hacer algo con el futuro de la isla. Y si no somos nosotros vendrá alguien y lo hará. Mañana, pasado...

P. ¿Merecían sus discos acabar a martillazos?

R. Lo que me deja más triste es ver el dolor que ellos tienen. Mi intención es positiva, aunque genere tanto odio, tanta rabia. Pero si sirve para que se desahoguen, que los rompan. Miami y Cuba son como dos hermanos que se detestan profundamente.

P. ¿Habrían dejado la ciudad si no fuese peligroso viajar para el embarazo de su mujer?

R. A mí todo esto me pone nervioso, pero también me da fuerza para seguir. Y ella me apoya.

P. ¿Cuenta con garantías de que el concierto no será instrumentalizado por el régimen?

R. Estamos en eso. Hay gente en La Habana negociando el cartel, que haya un equilibrio de artistas afectos y desafectos. Está Silvio Rodríguez... Buscamos un elenco tranquilo.

P. ¿Estará Gorki Águila, rockero encarcelado por el castrismo?

R. Estamos intentándolo.

P. ¿Espera vender menos discos después de esto? ¿O más?

R. No me importa. Hay cosas que uno hace porque las siente.

Estado chupón

Nota de la editora: Artículo copiado del matutino Hoy.

Por Rosario Espinal
hoy.com.do | 19-08-2009

El Estado chupa y algunos chupan del Estado. Con sus tentáculos impositivos, el Estado extrae recursos de la población para que muchos se nutran por vía legal o ilegal.

Históricamente, el Estado moderno ha tenido como una función básica recaudar dinero para mejorar las condiciones de vida de la gente. Para lograrlo, debe cumplir esa función con eficacia y sentido de equidad; y cuando lo hace, se convierte en Estado protector.

A regañadientes casi siempre, la población acepta pagar impuestos con el objetivo de lograr mejoría, pero no siempre los gobiernos administran los recursos de forma idónea.

En todos los países se desvía dinero público para beneficio privado de manera ilegítima. El problema es mayor en países de escaso desarrollo económico y con sistemas judiciales débiles como República Dominicana. Por eso se habla tanto de corrupción.

A pesar del cacareo, los dominicanos no señalan en las encuestas que la corrupción es uno de los tres problemas principales. El desempleo, el costo de la vida, la educación, la salud o la electricidad tienden a ocupar las primeras posiciones.

Por otro lado, en todas las encuestas de cultura política de los últimos 15 años, la mayoría de la población dominicana ha expresado que la corrupción es un problema grave.

¿A qué se debe entonces la paradoja?

Primero, a que la corrupción muchas veces afecta a la gente de manera indirecta, mientras los otros problemas afectan de manera directa.

Segundo, a que la percepción de corrupción no es necesariamente producto de la magnitud de la corrupción en un momento determinado, sino también de la desconfianza general que la población siente hacia los funcionarios públicos.

Cuando el gobierno da respuesta a los problemas fundamentales de la gente y existe la percepción de que así lo hace, la ciudadanía aumenta su confianza, y por tanto, percibe menos corrupción.

Cuando los problemas se acumulan y el descontento aumenta, se produce mayor desconfianza, y ese es un terreno fértil para que aumente la percepción de corrupción.

En contextos de precariedad económica como el actual, las denuncias de corrupción tienen mayor resonancia en la población porque la inequidad genera más desazón.

Con el objetivo de diluir las denuncias que se hicieron recientemente, el gobierno insistió en que las acusaciones eran mediáticas y dirigidas por la oposición; y ciertamente hay un elemento mediático porque los medios de comunicación constituyen el mecanismo fundamental que permite a la población acceder a la información pública.

Pero una simple contraofensiva mediática gubernamental no logrará combatir el creciente descrédito que se posa sobre la gestión gubernamental, porque hay condiciones concretas que generan descontento.

Ante la desaceleración económica, el Estado tiene menor capacidad de chupar recursos de la sociedad porque hay mayor desempleo, menor consumo y menores recaudaciones fiscales. Al tener menos recursos, el Estado tiene mayores limitaciones para dar respuesta a los problemas.

Esta situación de precariedad aumenta la irritación social que producen los actos de corrupción, que en tiempos normales pasarían casi desapercibidos.

Acorralado por las denuncias provenientes de los medios de comunicación, del empresariado y de organizaciones de la sociedad civil, el Presidente Leonel Fernández cambió el 16 de agosto a los funcionarios más controversiales.

Lamentablemente el episodio concluirá ahí y la población nunca sabrá si las denuncias se sustentaban en evidencias suficientes para establecer mayores sanciones.

Así se perpetúa el descrédito de los funcionarios gubernamentales en sentido general, y se afianza la impunidad si los señalados merecían otras sanciones.

Ese Estado chupón, en vez de proteger a la población, se hace cada vez más ineficiente e ineficaz, empobrece la gestión pública y las condiciones de vida de la población.