domingo, 19 de julio de 2009

Primeras damas

Nota de la editora: El artículo de abajo fue copiado de sección Reportajes, de La Tercera, a propósito de prácticas de nepotismo en la Administración Pública de República Dominicana, los múltiples quehaceres de la doctora Margarita Cedeño de Fernández en su "Despacho de la Primera Dama" y la divulgación de una información en la que se la presenta como aspirante potencial a la "silla de alfileres".

Por Fernando Villegas

Este aparecimiento de la figura de la "primera dama" dotada de instituciones, gabinetes, funcionarios, corre-ve-y-diles, chambelanes y presupuestos constituye una de las peores, más inaceptables y deletéreas formas de poder, no tanto por el daño que pueda hacer y las irregularidades que puede permitir, sino porque no responde a derecho, a voluntad popular ninguna, a la soberanía de nadie y es por tanto poder caprichoso, gratuito, irresponsable, caído del cielo y caído del lecho.
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En una columna de opinión aparecida el martes pasado en nuestro diario, su autor, Emilio J. Cárdenas, se refirió al destino que Marta Sahagún, primera dama de México, ha dado a los cuantiosos recursos de la fundación a su cargo y cuyo propósito es o era, en teoría, la beneficencia. Al parecer el uso de los "machacantes", como dicen los cuates, no ha sido apostólico. Una investigación reveló que apenas el 10% de los fondos fueron a dar a los pobres. El resto posiblemente financió las ambiciones políticas de doña Marta, las que ahora niega como Pedro negó a Cristo. Estamos hablando de cifras en dinero contante y sonante suficientes como para llenar muchos portadocumentos.
La anécdota la refiere don Emilio en el marco de un análisis general acerca del papel de varias primeras damas del subcontinente, de algunas que no lo son y del nepotismo como mal endémico y repetitivo en estas latitudes.

Nepotismo

El fenómeno de la usurpación del poder -parcial o total- por parte de miembros de la familia y de manos de quien oficialmente lo detenta es tan viejo como la historia del mundo. Esposas y/o amantes y a veces también hijas, hijos, hermanas o cuñadas -y cuñados- de reyes, tiranos, presidentes y caudillos han tendido a arrogarse potestades que no estaban previstas ni definidas en Constitución o estructura política ninguna.
Es este un mecanismo informal de nepotismo que se suma a otro también corriente pero formal, a saber, el del otorgamiento de cargos oficiales a miembros de la familia. De ese modo, de ambos modos, pronto se ve al entero familión del patriarca sustentando sus propias cortes, círculos y esferas de influencia.
Pero es el caso particular de la autoridad nacida de la mera relación sanguínea o, en este caso, conyugal, el que llama más la atención. Por cierto es una lección muy instructiva de cómo la creación de poder consiste en su esencia en un proceso acumulativo de multiplicación de fuerzas a base de un progresivo engrane con piñones más y más grandes. No por nada un importante ensayista y analista social del siglo XIX, Walter Bagehot, tituló su principal obra Física y Política. Haciendo primero uso de su influencia con maridos o amantes, estas damas luego se ponen a la cabeza de alguna institucionalidad ad hoc de propósitos beatíficos con la cual, a su vez, terminan ejerciendo su voluntad en esferas más vastas y remunerativas.
Para ser francos este "ardid" femenino de manipular -en procura de poder- a los hombres con quienes se comparte o compartió el lecho no es sino un caso especial de generación y uso del mismo por quienes están cerca de un titular de autoridad, pero, al mismo tiempo, no tienen acceso fáctico y/o legal a su posesión directa.
También un hijo o cuñado del mandatario de turno puede hallarse en esa situación, como lo hemos visto ya en abundancia, sólo que la maniobra protagonizada por las mujeres tiene más glamour y habitualmente posee mucho más fuerza. Verdad es que se trata de un poder limitado, derivado, sin autonomía, precario, sin otro sustento que el permitido informalmente por el auténtico propietario. Carece de base propia, es en todos los sentidos ilegal y en breve sólo encarna una vistosa modalidad de nepotismo, una cuya fuerza se basa en la debilidad de quien permitió dicha usurpación. Pero, aun considerando esos límites, este aparecimiento de la figura de la "primera dama" dotada de instituciones, gabinetes, funcionarios, corre-ve-y-diles, chambelanes y presupuestos constituye una de las peores, más inaceptables y deletéreas formas de poder, no tanto por el daño que pueda hacer y las irregularidades que puede permitir, sino porque no responde a derecho, a voluntad popular ninguna, a la soberanía de nadie y es por tanto poder caprichoso, gratuito, irresponsable, caído del cielo y caído del lecho.

Algo de historia

En nuestro país la costumbre no es tan vieja. Fue iniciada en la época de Eduardo Frei padre. Es en su período que de súbito hace su aparición esta figura jurídicamente inconcebible, la "primera dama" que es no sólo primera en la etiqueta social sino dotada de facultades, propuestos y autoridad por ser la esposa del mandatario. El parto del cargo putativo se celebró con pretextos especiosos: la caridad, las mujeres, los desvalidos. La sustancia del asunto, sin embargo, era otra: mantener la clientela electoral masiva que hizo posible dicho gobierno.
Con Frei Montalva se inauguró la política de masas a todo trapo con sus muchas ramificaciones e implicaciones. La primera dama y su institucionalidad ad hoc es una de ellas. Desde entonces el tumor no ha hecho sino crecer. La señora Pinochet no sólo se hizo cargo del aparataje existente, sino lo nutrió aun más e incluso se constituyó en una de las herederas de su legado. Se llamó, en esos años, Cema-Chile. No recuerdo y no importa su actual nombre y la laya de funciones que cumple. Lo importante es que en ningún caso esta ocupación de primera dama fue eliminada por la nueva democracia en curso, como estimamos debió haberse hecho.
¿Quién y cuándo eligió a la señora Luchita o a la señora Martita o a la señora Elvirita como presidentas de Chile? Sin embargo la costumbre sobrevivió y goza de buena salud. Presta demasiados servicios al gobierno. Es de la clase de instituciones del tipo Secretaría Nacional de la Juventud, una de esas sin otra razón de ser -pero muy importante- que el clientelismo electoral de tal o cual categoría demográfica de ciudadanos: los jóvenes, las señoras, las madres, las niñas, los estudiantes, los deportistas, etc.
Reconocemos, en todo caso, al menos por lo que uno puede saber mirando desde fuera, que la actual primera dama es una señora más bien quitada de bulla y poco amiga de los protagonismos, una bella persona. Y además se encontró con un mono ya armado. Pero igual. Quienquiera sea la primera dama, ésta no ha sido elegida por nadie para cumplir función ninguna. Y menos todavía las esposas de quienes son sólo simples candidatos a tener poder algún día y que, sin embargo, ya uno ve ensayando posturas de primera dama. De hecho hay en Chile algo así como 10 mil primeras damas de otros tantos personajones y personajillos de la clase política. He visto ciertas rotas teñidas de rubio dándose ínfulas de Mesalina sólo porque por azar son esposas de un desconocido concejal.