lunes, 21 de diciembre de 2009

Los trovadores iranies demuestran como la musica corrompe el alma

Nota de la editora: Articulo copiado de Perspectiva Ciudadana.


Robert Fisk | jornada.unam.mx | 20-12-2009
Escuché la música que provenía de una estrecha calle al norte de Teherán; no era una avenida llena de residencias elegantes que asociamos con la clase media iraní sino una de esas dilapidadas zonas con árboles sedientos y edificios de oficinas de dos pisos, grises y deteriorados. El sonido provenía de un rayado disco de 78 revoluciones por minuto, ni siquiera de uno de 33 revoluciones (adictos al iPod, por favor consulten sobre esto a sus mayores). Cuando consulté sobre la música a mi chofer, él me aseguro que debía haber alguna fiesta matutina en esa calle y que utilizaban un viejo gramófono. Yo solía tocar el violín, y no le creí. Desde luego, poco después vimos a los trovadores que avanzaban por la calle.

Sí, verdaderos trovadores en la república islámica; dos de ellos atacaban su violines con furia, otro golpeaba un tambor y lo que tocaban se llama ezarbi, la obra de músicos clásicos persas que combinaron melodías de gitanos y canciones de cuna occidentales y que surgió, como una revelación, entre los siglos XIV y XV. Ese género musical se apareció de pronto en el Irán actual que aspira a alcanzar la pureza del siglo VIII.

Habibullah Zendegani se presentó conmigo de manera muy tímida, después de tocar su violín amplificado mediante una bocina que llevaba atada a la espalda (y que fue lo que me dio la impresión de escuchar un antiguo disco). Me dijo que tiene 26 años y que ha tocado durante 15, inspirado por el maestro violinista iraní Bijan Mortazavi.

Junto a él, Ramezan Souratipour palmeaba alegremente sobre el tambor que llevaba bajo el brazo. Hay miles de percusionistas en Irán, y éste tiene sólo 32 años; es un personaje diminuto cuya rapidez dactilar compite dignamente con la destreza con que Zandegani toca el violín.

Soy suficientemente viejo para recordar a Rojula Jomeini cuando prohibió a Mozart y a Haydn. ¿Cómo responderán los Guardias de la Revolución, esos pretorianos de la espiritualidad de los ayatolas, que el presidente Ahmadinejad conserva en su casta república, a estos fantasmas del pasado?

Yo toco música para ganar dinero, me dice Zandegani, un poco evasivo. Ganamos entre 40 y 50 dólares al día.

En teoría, toda música debe pasar por las autoridades censoras iraníes. Una mujer cantante, por ejemplo, tiene prohibido interpretar solos y debe ser siempre acompañada por un varón, pues se considera que su sola voz femenina puede ser demasiado estimulante para el público masculino.

La música y el Islam tienen una relación inestable. Gracias al extraordinario lector de The Independent Jonas Otterbeck, de la Universidad de Malmo, Suecia, sé que los estudiantes más santiguados han asaltado a los músicos más entusiastas. Cuando el profesor de la Universidad Rey Saud, Hamzah Muzeini, condenó esta brutalidad en el diario Al Watani, fue juzgado por una Sharia (corte islámica) y recibió una condena que fue revertida por el rey. Sin embargo, según el periodista Rabah Quwaii, algunos jeques hacen que los jóvenes quemen instrumentos y libros en público.

Debo añadir que en Arabia Saudita, los villancicos, al igual que cualquier servicio religioso cristiano, están prohibidos con la sola excepción de la cancioncilla multiusos Jingle Bells. Supongo que San Nicolás no era en realidad cristiano.

No es difícil entender las objeciones a la música moderna y popular. Gamdi Hassan, miembro de la Asamblea Egipcia para la Hermandad Musulmana, se quejó del primer video de la artista Ruby y de los bailoteos de otras estrellas pop. Lo increíble es que la hermandad analizó desde el año 2000 al 2005, y 80 por ciento tenía que ver con asuntos culturales y de medios, otra injusticia que hay que agregar a las que se cometen en Palestina, Irak y Afganistán.

En Líbano, el país en que elegí vivir, según el músico Mohamed Hamza el Ministerio de Defensa del Monitoreo de Música acusó en noviembre de 1999 a Marcel Jalife de blasfemia ante las cortes de Beirut, en lo que fue una inaudita violación a la libertad cultural respaldada por el gran mufti sunita Mohamed Kabbani. Jalife usó un verso del poeta palestino Mahmoud Darwish como letra de una composición suya en el álbum Arabic Coffee Pot.

Pero el poema de Darwish contenía frases del Corán, y sus opositores argumentaron que Jalife había profanado el Corán al cantarlo como parte de una canción comercial. Clérigos chiítas, en una acción muy meritoria, defendieron al compositor, quien quedó libre. El juez de Beirut señaló que Jalife cantó el poema con seriedad y decoro que demostraban su profunda comprensión del poema, que fue adornado con una frase sagrada. Qué alivio .

Pero cuando Amar Hassan quiso cantar sobre amor y política en la palestina Ramallah, en 2005, se le amenazó ante una corte en Nablus luego de que su concierto fue interrumpido con fuego de metralla y dispositivos aturdidores. El conflicto, como dio cuenta Otterbeck en su tesis, tiene raíces profundas: entre la música nacionalista laica y la música islamita.

En Argelia, el Grupo Islámico Armado dejó clara su letal postura al al asesinar al cantante bereber Matoub Lounes.

En la televisora Al Jazeera, el jeque Yusef Qaradawi afirmó que no se prohíbe ningún tipo de música a menos que sea calumniosa, sexualmente excitante o (aquí está lo espinoso) se escuche con excesivo entusiasmo. El Islam supuestamente condena todo aquello que se lleve al exceso. Los sufis sugieren que el público poco educado puede ser llevado al deseo sexual, mientras que los que tienen conocimientos encuentran en la música el propósito de Dios.

Supongo que significa que los viejos pueden controlar sus pasiones cuando escuchan a Mozart.

En Irak, la escena musical es sombría. Los islamitas chiítas atacaron a estudiantes de música de ambos sexos en un parque de Basora en 2005, matando a dos de ellos y dejando heridos a otros cinco. Entre 2003 y 2006, según descubrió Naciones Unidas, al menos 75 cantantes iraquíes fueron asesinados, además de que 80 por ciento de los cantantes profesionales habían salido del país antes de que terminara 2006.

Creo que todo esto se relaciona con ese artículo, el más celosamente guardado, que es el alma humana. Mientras la pasión de los humanos debe consagrarse directamente a Dios, la música, al parecer, es una diversión, incluso una perversión. Es el camino hacia el alcohol, el adulterio y el asesinato. Un sitio islamita de Internet cita al académico clasicista Abu Hanifa, quien postulaba que los instrumentos musicales son el vino del alma, y lo que le hacen al alma es peor que lo que hacen las bebidas alcohólicas.

Pobres de Habibullah Zendegani y Ramezan Souratipour. Les di algo de dinero a los iraníes por su música y le pregunté al violinista una vez más si alguna vez tuvo problemas con los Guardianes del Alma Humana. He tocado el violín toda mi vida, me dijo con una enorme sonrisa. Los músicos empezaron a alejarse cuando el violinista se volvió hacia mí y con rostro solemne confesó: A veces nos detienen en la calle. Y a veces destruyen nuestros instrumentos.

Traducción: Gabriela Fonseca


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Enlace al artículo original: http://www.jornada.unam.mx/2009/12/20/index.php?section=opinion&article=026a1mun

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